¿Por qué ganó Daniel Noboa Azín? La pregunta tiene respuestas múltiples: desde una coyuntura especial después de los sucesos sangrientos de la primera vuelta y la proyección de una campaña no confrontativa en la segunda vuelta, hasta factores subliminales derivados del antiguo posicionamiento de una marca familiar - empresarial, que tienen componentes de humor, distinción, “buen gusto” y armonía. Se añade el roll en medios digitales de la esposa del candidato y la imagen de juventud serena, que calza perfectamente en la tendencia de los ecuatorianos por votar casi siempre por alguien nuevo.
Más allá de los factores específicos de tipo formal, que llevaron al triunfo a Daniel Noboa, aparecen en otros planos más complejos, dos aspectos que abren tópicos de discusión. Uno de ellos es el que considera que esta campaña marca un hito en el cierre de la “política” con la propaganda y el inicio de algo nuevo, donde prevalece el márquetin basado en la publicidad, cuyo factor es la emoción vaciada de contenido ideológico. Sabemos que la política en el mundo occidental, que bebe de una tradición de más de 2000 años, se ha erigido en la esfera de la dialéctica y el debate en el espacio público acerca de las formas distintas de entender la realidad social. Se ha llegado a afirmar, tal vez exageradamente, que esta vez fue una figura de cartón, montada en múltiples historias personales, la que ganó la elección, y que eso da vuelta a la página de la política, entendida como discurso argumentativo.
Más allá de lo formal, otro elemento importante es el acuerdo nacional provisional entre fuerzas fácticas y políticas, lo cual fue evidente en señales gestuales de varios actores. Esta premisa también quedó confirmada en las declaraciones de los propios candidatos, quienes, rompiendo la tradición, aceptaron los resultados y emitieron frases de felicitaciones y cortesía. La vocación para el acuerdo, también fue ratificada en entrevistas por líderes de las bancadas de la próxima asamblea nacional. El pacto puede ser inestable, pero es obvio que existe una voluntad condicionada por la urgente necesidad de subordinar a fuerzas irregulares, que han creado un ambiente de violencia extrema e inestabilizando el mercado interno, anclados a una economía de escala global, que mueve capitales inimaginables y está cambiando la base de la estructura económica del Ecuador.