El próximo 4 de febrero los ecuatorianos enfrentaremos una nueva consulta popular, donde tendremos que decidir entre siete preguntas en diferentes ámbitos. El debate en las últimas semanas se ha centrado fundamentalmente sobre tres preguntas, las mismas que el expresidente del Ecuador ha rechazado de forma contundente, aunque su campaña por el No es para toda la consulta.
Correa regresó para hacer campaña por el No, y con la excusa de defender su legado ha intentado centrar el debate en una disputa personal como argumento central. La única opción esgrimida por el expresidente ha sido la de la descalificación y la negación de elementos tan evidentes como los casos de corrupción que se dieron en su gestión, o como los abusos sexuales en las escuelas.
Debemos conocer en primer lugar que la consulta popular tuvo un origen ciudadano, es decir, las siete preguntas que se pusieron sobre la mesa han sido planteadas por diferentes sectores sociales, por tanto no es la consulta ni de Lasso, ni anti-Correa, ni siquiera la consulta del actual Presidente. El pueblo a través de los diferentes voceros y grupos planteó una serie de inquietudes y problemas que debían ser recogidos en esta propuesta.
Intentar reducir el significado de este plebiscito al enfrentamiento entre dos líderes no deja de ser un error; la consulta significa cerrar un periodo de híper-presidencialismo, un periodo de populismo, un periodo de control nefasto e interesado de las instituciones, un periodo de corrupción, un periodo de ausencia de división de poderes, un periodo de inquisición mediática.
Hoy nuestro voto marcará un punto de inflexión en la democracia de nuestro país, cerrará esta etapa en la que unos pocos y en nombre de la izquierda lograron cooptar todos los poderes y poner en riesgo nuestra democracia. Por todo esto creo que Ecuador hoy más que nunca necesita un SÍ contundente a favor de la democracia. (O)