Animalistas han solicitado al Congreso la prohibición del tradicional lanzamiento del perro, o, como sus defensores lo llaman: “El vuelo de San Martín”.
Un representante de esta fiesta ha rechazado el pedido y lo llama una violación a la libertad. “Esta tradición se inició hace un siglo, cuando durante un partido de fútbol, de forma espontánea un perro se lanzó desde la tribuna San Martín hacia el vacío. Ese sacrificio del animal ha motivado por décadas a los hinchas y jugadores del equipo. Es impensable iniciar el campeonato sin un perro que ha sido seleccionado por un representante de la Iglesia y un directivo del equipo de entre varios exponentes de una raza que se ha creado específicamente para la fiesta”.
Para una de las animalistas consultadas, este hecho “es un asesinato, otra de muchas tradiciones donde la tortura a un animal es la base, con una enorme presencia conservadora, económica y utilitarista”. En un debate entre líderes de ambas posturas, el defensor de la fiesta dijo que, en caso de prohibirse, toda una raza de perros creada para la ocasión se extinguirá. Si no les gusta, no vayan, instó. “Deben respetar nuestros derechos al uso de nuestra propiedad privada, al festejo de nuestras tradiciones y cultura”.
La activista se basó en que los animales también tienen ciertos derechos básicos. “¿Cómo es posible que las peleas de perros estén prohibidas desde hace más de un siglo, justamente por encima de todos esos derechos que ellos invocan, pero se mantenga esta, donde un animal agoniza con sus órganos y huesos reventados durante horas, rodeado de fanáticos, de cánticos y gritos?”
“No es cierto que el perro sufra, con la adrenalina de la caída su cerebro se bloquea ante el dolor, el perro está en éxtasis”, respondió el aludido. “No hay un veterinario serio capaz de poner su firma en algo así”, le respondió la activista.
Hace poco un periodista escribió: “Han visto muchas películas de Disney, humanizaron a los animales, ya solo falta que pidan que se legalice el matrimonio entre personas y perros. Son hippies que no entienden la belleza del sacrificio, ni les importan las pérdidas en turismo, empleos y económicas”.
“Para el perro es un honor”, sentencian los cultores de la fiesta.
“Creemos en que la civilización finalmente llegue al Ecuador, también creemos que esta vez los políticos legislarán sin calcular el número de votos que estén en juego, sino pensando en lo que es correcto”, aspiran quienes buscan la abolición de esta polémica celebración. (O)