Voy a ser breve. Mi fuerte no es la economía y yo procuro nunca hablar de lo que desconozco.
Dicho esto, voy al grano. He escuchado en los últimos días a algunos expertos en economía y finanzas decir que el Producto Interno Bruto de Ecuador aumentó en un 5%, que este año tenemos inflación positiva (el 2021 fue negativa), que se duplicó la reserva monetaria en 9.000 millones de dólares, que el déficit fiscal bajó a la mitad, que nuestra balanza comercial también es positiva, que disminuyó la deuda pública en 2.600 millones de dólares, que hoy la tasa de desempleo es menor que el año pasado y que, además, este abril se registrarán más de 2.000 millones de dólares de recaudación por impuestos en el presupuesto del Estado. Esto último es un record nacional histórico.
Son buenas noticias, que digo buenas, son inmejorables noticias. Me las creo. Pero no entiendo por qué, si en lo económico nos está yendo tan bien, el país vive un descalabro total del servicio público.
No hay materiales en el Registro Civil, no puedes renovar la cédula porque te mandan a sacar turno en línea a una página web que no tiene fechas disponibles. Las máquinas que imprimen este documento se dañan constantemente. Ni hablar del pasaporte, era tan grande su demanda que se anunció el servicio de pasaporte exprés donde pagabas el doble, pero te lo daban inmediatamente. No duró ni un día este servicio, se dio de baja casi inmediatamente. Eso sin contar que los operarios del Registro Civil siguen negándose a inscribir niños y niñas que sean hijos de parejas del mismo sexo, pese a la sentencia de Corte Constitucional que los manda a hacerlo. En los hospitales faltan desde medicamentos hasta alcohol, algodón, jeringuillas. Pacientes con enfermedades raras, catastróficas o terminales tienen que hacer juicios para que les entreguen sus recetas y ni así, ni con orden judicial, se las dan. A los pacientes renales les niegan sus diálisis porque no hay agujas, ni catéter, ni esparadrapo. Los parientes de los enfermos tienes que salir a cualquier hora de la noche a comprar kits quirúrgicos. Los fármacos más importantes para tratar diferentes tipos de cáncer ingresan a las bodegas a punto de caducar. No hay camas en los hospitales, pero una mafia de camilleros te cobra hasta 150 dólares por una cama en la maternidad del Guasmo. Las escuelas de la Costa empezarán clases en total abandono. En el SRI tienes que pasar horas de horas para sacar una clave, un RUC; pero solo cuando tienes suerte y sí hay sistema. Si no tienes que regresar otro día. La Superintendencia de Compañías se demora toda la vida para declarar la liquidación de una compañía inactiva, incluso a petición de parte. La infraestructura de las unidades judiciales no recibe mantenimiento, se cae a pedazos. Las carreteras están cada día menos transitables. Sí, ya no tenemos carreteras.
No está en mi ánimo armar bronca. Estoy más que cansada de que la comunicación política del país esté infestada de violentas descalificaciones, amenazas y falta de respeto. Tampoco quiero hacerme pasar por experta de un tema que no domino. Solo pretendo hacer un llamado educado y urgente al gobierno para que esas cifras macroeconómicas tan positivas se empiecen a reflejar en bienestar para el país.