Fue el Presidente Sixto Durán Ballén y el Congreso de esa época quienes aprobaron la Ley General de Instituciones Financieras. En dicha ley se estableció la facultad de otorgar los famosos créditos o préstamos vinculados a empresas, accionistas y administradores de los bancos. Con esto, los accionistas y administradores se prestaron para si mismo y para empresas de papel que constituyeron inmediatamente, grandes cantidades de dinero, que sacaron de Ecuador para guardarlos en bancos extranjeros y en paraísos fiscales. Se creó la AGD para que el Estado, es decir, los ecuatorianos, a través del Banco Central entregue dinero a esos bancos para supuestamente salvar los depósitos de mucha gente. Igualmente se robaron los banqueros corruptos también esa plata.
La AGD les incautó bienes para supuestamente resarcir esos valores; y a partir del 2007, la AGD pasó al Ministerio de Finanzas, luego al Banco Central, luego a un Fideicomiso, luego a Inmobiliar y terminó en el Recycob (ex Cofiec) del cual también se esfumó con bienes y todo. La típica jugada de los “sapos vivos” para que cualquier investigación termine mareando a los investigadores y se muera por consunción. Vino el Feriado Bancario e inmediatamente la dolarización. Se cambió el sucre por el dólar.
No cabe duda, que el dólar ha traído estabilidad en el manejo económico del país. Otra cosa es que estemos quebrados económicamente por el gran atraco de setenta y cinco mil millones de dólares (con el lucro cesante y el daño emergente asciende a unos 114 mil millones, según Eduardo Valencia +) que los seudos “revolucionarios “se robaron cínicamente.. La principal ventaja es que el gobierno de turno no puede imprimir moneda y hacer emisiones inorgánicas, sin respaldo de ninguna naturaleza que traen una gran inflación, pérdida del poder adquisitivo y, una tragedia para la clase media y los pobres..
Ahora, quieren clavarnos la moneda digital, con lo cual, si pueden hacer emisiones inorgánicas y cuentearnos que existe riqueza en el país. Esta es otra falacia que no debemos permitir, pues con la crisis económica que vivimos, esto nos llevaría a una disolución nacional, a un caos social y al “sálvese quien pueda”. Eso es lo que se busca con propuestas de este tipo. La soberanía de una moneda nacional no se pierde por el cambio de monedad sino por la indignidad y el cinismo del robo del dinero del pueblo. (O)
