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El Telégrafo
Alicia Galárraga

La doble vida de Andrés

10 de enero de 2021

Mi nombre es Julia, soy quiteña y tengo treinta y ocho años de edad. Me casé a los veinte años con un hombre extraño al que llamaré Andrés. Extraño, ¿por qué? Ahora lo verás. Andrés tenía un trabajo que exigía cubrir turnos en madrugadas, fines de semana o días festivos como Navidad y año nuevo. Durante los dieciocho años que duró nuestro matrimonio, Andrés nunca estuvo en esas fechas conmigo.

Ante mis reclamos, él respondía que estaba loca. Sin embargo, yo necesitaba entender las largas ausencias de Andrés y el origen del olor a "otro hombre" con el que regresaba a nuestro hogar. Es así que, en octubre del 2019, decidí contratar un investigador privado. Después de muy poco tiempo de seguimiento, exactamente un mes, me entregó un informe.

Este informe, con día, hora y registros fotográficos, demostraban que Andrés tenía otro hogar. Mi sorpresa fue mayor cuando comprobé que el otro hogar no era con una mujer sino con un hombre. Además, Andrés y su pareja salían a cenar, al cine, a jugar bolos y a bares gay. Es decir, todo lo que él no compartía conmigo y nunca tuvo tiempo ni ganas de hacerlo, lo compartía con su pareja gay.

Pese a que recibí el informe en el mes de noviembre, me mantuve en silencio hasta un día antes de la Navidad del 2019. Cuando Andrés iba a salir a su trabajo, con una maleta, me dijo que se ausentaba hasta año nuevo. Le contesté que no regrese. Que se lleve todas sus cosas y le indiqué las fotografías que me entregó el investigador. Andrés me respondió con un silencio.

En efecto, Andrés se marchó. Ahora entiendo que en el medio que se desenvuelve necesita tener una esposa, una fachada, un hogar perfecto. Yo era eso para Andrés. Nada más. Por mi parte, no estoy dispuesta a entregarle más años de mi vida. En la actualidad estamos tramitando el divorcio y yo estoy luchando para recibir la parte que me corresponde de los bienes de la sociedad conyugal.

Si me preguntas cuáles fueron las razones para mantenerme tanto tiempo en esa relación o por qué no sospeché antes de su doble vida, créeme que ni yo he podido hallar una respuesta coherente y satisfactoria. Además, si te cuento mi historia, es para desahogarme y alertar. No para que me juzgues o me des lecciones de moral. (O)

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