Cuando un abogado o emprendedor joven me pide algún consejo, lo que suelo hacer es preguntar sobre su estilo de vida, y después de escucharles casi siempre tengo que recalcar la importancia de la disciplina. Ser disciplinados permite avanzar en el camino de cualquier objetivo.
Entiendo a la falta de disciplina como una característica muy común del fracaso. Quien no conoce de disciplina, no conocerá el éxito.
Y no es que yo me lo invente, en los cientos de podcast que he escuchado sobre personas de éxito lo recalcan de manera constante. Además cada cierto tiempo procuro tener conversaciones con personas experimentadas que han conseguido algún éxito en su vida y les pregunto sobre ese aspecto exitoso, al cual describen como una consecuencua de sus buenos hábitos, y el denominador común es la disciplina. Concluyo que una persona de éxito debe tener hábitos y para conseguirlos, es necesaria la disciplina, tanto como si fuera empresario, deportista o empleado en una empresa.
Puede ser que esa disciplina me faltó alguna vez en los años universitarios iniciales, cuando lo noté, no sin preocupación, entendí que en mi caso la disciplina se ausentaba cuando me faltaba motivación, lo cierto es que cada uno de nosotros debemos reconocer si la autodisciplina forma parte de nuestras vidas y en qué medida.
Ecuador como país, ¿es disciplinado? Los malos hábitos sociales pasan factura por ejemplo en los accidentes de tránsito. Estoy casi convencido de que ningún conductor sale con la intención de causar accidentes, pero la ligereza con la que se toma el volante hace entender que no nos gusta respetar las normas dictadas para nuestro propio beneficio, ah, pero eso sí, tampoco queremos accidentes de tránsito.
También el manejo de la economía de este país es el fiel reflejo con sus características más destacadas: corrupción y pobreza, ambas consecuencia de los malos hábitos del país. Empezando por contar con más de 20 años de gasolina subsidiada, Ecuador ha optado por mantener a la gente pobre pero contenta.
Confirmamos la indisciplina ahora que, tras la guerra entre Rusia y Ucrania, el petróleo nuevamente está bordeando los 100 dólares por barril, y lo primero que hizo uno de los asambleístas fue decir en su cuenta de Twitter que ya con ese precio del petróleo, no sería necesario mantener los impuestos que afectan a la clase media. De verdad el Asambleísta fue tan presuroso con su opinión indisciplinada, que me enteré por él que el petróleo alcanzó ese precio, antes que por algún noticiero.
En un camino de calles pintadas de dorado sobre la tierra seca, Ecuador se convence de transitar una senda de oro cuando sabe que no es así. Los ecuatorianos pedimos obras, salud, servicios públicos y empleo; pero al mismo tiempo queremos gasolina a precio de agua y no pagar un centavo de impuestos. Para tener gasolina subsidiada, obras y servicios, hay que pagar impuestos. Para poder destinar mayor presupuesto a la salud, es obligatorio sacrificar otros gastos.
Tan indisciplinados, que hubo una época que acostumbrábamos a cruzar la frontera con Colombia para ahorrar unos pocos dólares en las compras para el hogar, como si los precios en los mercados y ferias ecuatorianos fueran imposibles. Hechas las cuentas de ese aparente buen negocio, era fácil notar que el ahorro no fue tanto, que el traslado era innecesario y que la fuga de dólares era un daño demasiado elevado para tan poco beneficio.
Tenemos talento, petróleo, gastronomía, atractivos turísticos, inteligencia en nuestros cuidadanos, capacidad de producción, entre tantas cosas buenas, y aún así no logramos convertir todo eso en valor. Desde pequeño entendí que la disciplina vence al talento, y ahora puedo decir que la indisciplina es el verdugo del talento.