Un joven adinerado, accionista de varias empresas y dueño de propiedades en Ecuador y en Miami. Una modelo influencer que ha participado en varios realitys. Ambos cercanos a la farándula guayaquileña: presentadores de televisión, actrices, jóvenes políticos, empresarios y a decir de la Fiscalía, funcionarios públicos con quienes mantenían negocios lucrativos.
A la vida de lujos, gimnasios, viajes, conciertos internacionales y diseños de prendas especiales, se suma una profunda religiosidad que estas figuras comparten con personas de su entorno, a través de la cual se destacan los valores familiares, la defensa del matrimonio y en donde se proclaman como cristianos y auténticos "hijos de Dios".
Este capítulo de fe y dinero tomó un giro inesperado la madrugada del pasado lunes, cuando Daniel Salcedo (implicado en la venta de insumos médicos con sobreprecios) y Jocelyn Mieles, emprendieron un vuelo con la intención de llegar a Perú, a bordo de una avioneta que terminó accidentándose cerca de la frontera con Ecuador. El propietario de la avioneta resultó ser nada más y nada menos que el ex ministro de Energía de la administración Bucaram, Alfredo Adum, quien ha señalado que la avioneta en la que se trasladaban Salcedo y Mieles había sido robada.
Estos hechos implican al ex asambleísta Dalo Bucaram, quien aún no ha podido desmarcarse de las acusaciones sobre sus vínculos con Daniel Salcedo, actualmente procesado por el manejo de una red dedicada a la venta de insumos médicos a los hospitales del IESS. Los argumentos por parte de Bucaram, de que ni él ni su familia tienen relación con los negocios de Salcedo, se han ido desvaneciendo en estos días.
A través de una rueda de prensa virtual, Dalo Bucaram afirmó que su hermano Michel fue socio de Daniel Salcedo en la compañía SABUPI S.A. y que hace dos años montaron un restaurante (hospital fue el exabrupto dicho en primera instancia por Dalo). Bucaram no ha podido negar que se encuentra hospedado en Miami en la casa de Daniel Salcedo y ha recurrido al argumento permanente de la persecución política.
En su intento por retratarse como una persona honesta, Dalo también ha invocado a la religión y la familia. “Quienes somos creyentes conocemos la historia de Cristo. Aquí estamos y seguiremos luchando”. Sobre la visita de su hermano Michel, quien luego del escándalo que involucraba a su ex socio, también decidió salir del país, el dirigente señaló: “vino a visitarme, porque la sangre llama a la sangre”, dicho popular que hace eco sobre la esencia misma del ser humano.
Lo ocurrido en los últimos días parece un capítulo de telenovela, pero un capítulo en donde los protagonistas ya no solo están atados a escándalos y prácticas corruptas, sino que, en el desarrollo de sus prácticas y relatos, utilizan hasta nombres bíblicos.
La pandemia parece haber sido la oportunidad para que la corrupción cobre mayor vuelo en el país, mientras la ciudadanía, desalentada y aún con mirada en la pandemia continúa a la espera de la justicia para poder entender este tétrico rompecabezas. (O)