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El Telégrafo

Días de resistencia

13 de octubre de 2012

Hasta no hace mucho tiempo, el 12 de octubre significaba para el imaginario colectivo occidentalizado el umbral armónico entre dos civilizaciones que se encontraban para dar paso a una nueva cultura, a un nuevo proceso de integración que le daría forma y sentido a lo que hoy conocemos como “América”. Este relato lo hemos registrado en los manuales de historia oficial. Pero el cambio de paradigmas implica como primer elemento la crítica y la negación a esta afirmación que gobernó nuestra conciencia y, por ende, la realidad misma del continente.

Todo esto constituyó por mucho tiempo la falsa conciencia que ha imposibilitado conocer la raíz de la conquista, la matriz mitológica del descubrimiento que nos lleva a la esencia de la desigualdad y el saqueo: el capitalismo. El desarrollo del capitalismo mundial fue posible gracias a la invasión y la conquista de América.

Europa incorpora el continente a su estructura económica y política e impone sus relaciones sociales de producción. Esto significó la expansión paulatina del modo de producción capitalista que empezaba a anclarse a escala planetaria constituyéndose de esta manera el sistema mundial del capital. Tal como lo dijera Marx en Das Kapital, “el capital viene al mundo chorreando lodo y sangre”. La sangre de miles de millones de indígenas en la búsqueda de oro y plata de las minas de Potosí y Zacatecas. Miles y miles de africanos explotados como esclavos en las plantaciones.

Asimismo, una cuestión que hasta sigue estando latente en la sociedad, es la discriminación al indígena, de no aceptar su condición humana. Esta no ha sido una cuestión que ha quedado atrás, por el contrario, los dispositivos donde se montan son en el racismo y la xenofobia, expresiones ideológicas de la lucha de clase.

Fue por eso que a principio del siglo XX, el 12 de octubre tomó la paradójica denominación de “Día de la Raza”. Celebrar la llegada mesiánica de la cultura occidental y el desembarco de la civilización con Colón a la cabeza empuñando la cruz y la espada. Para descubrir lo que ya estaba descubierto. Para darle rango de ser humano y ponerles alma a personas que ya tenían.

Esto que nació como una reivindicación hispánica, no ha sido otra cosa que un mecanismo para mantener el lugar de sometimiento del indígena, el lugar de la barbarie que le ha sido designado por la civilización cristiana y occidental.
América era esto, el retrato histórico de uno de los genocidios más colosales que ha tenido la humanidad. El historiador Jorge Abelardo Ramos dice que América Latina nació el 12 de octubre, y esto es un hecho irreversible.

Ahora ya no como una celebración propia de las efemérides escolares, sino como el primer día de resistencia de los pueblos, dueños inalienables de esta tierra, del que nosotros somos de alguna manera herederos y en el que ellos, tras haber sobrevivido, buscan que les devuelvan lo que les corresponde. En consecuencia, a partir de este 12 de octubre han comenzado días de resistencia que son los que debemos reivindicar como fundamento para la emancipación definitiva de nuestra América y que hoy sigue más vigente que nunca.

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