Se ha organizado en Ecuador una “multitudinaria caminata en rechazo a la política social y económica del régimen”, y una marcha indígena “Por la vida y la dignidad”, que culminará en Quito el 22 de marzo, Día Mundial del Agua. Un diario capitalino lo ha destacado en primera página a grandes titulares.
Movilizaciones multipropósito “en contra de la política extractivista, de la criminalización de la protesta social, y por la defensa del agua, la vida”, que evocan movimientos desestabilizadores que se han convertido en deporte nacional para destituir en las calles a quienes se elige en las urnas.
No puedo callar ante este tsunami mediático con el rechazo a políticas sociales y económicas de la Revolución Ciudadana, que coincide, irónicamente, con la aclamación en estos días, ya a nivel mundial, de innegables éxitos, si bien estoy consciente de las contradicciones internas del régimen, y de lo mucho que queda por profundizar, especialmente a favor de la soberanía alimentaria.
Irónico que, a tiempo de las marchas desde Tulcán, circule un video Made in Colombia, que muestra las penalidades de los conductores en los tramos abandonados de la Panamericana al sur de Pasto, y la grata sorpresa al pasar el puente Rumichaca y conducir por la súper Panamericana del norte de Ecuador.
Igualmente irónico que el Gobierno haya sido invitado a replicar en varios países su política social, misión Manuela Espejo, que con valiosa colaboración cubana ha sacado del total abandono a centenares de miles de discapacitados. Ahora se pide que se convierta en política “iberoamericana”.
Hasta un diario opositor ha tenido que reconocer el balance de la política económica: “crecimiento del 9% de la economía, menor desempleo urbano en los últimos cinco años, déficit fiscal de menos de 1% del PIB, la mayor cobertura de la canasta básica de la última década, recaudaciones tributarias históricas”.
Recuerdo que hace unos tres años, un destacado economista ecuatoriano predecía que para mayo del año siguiente colapsaría el Gobierno por su insostenible política económica.
Vale destacar que el reconocido intelectual de izquierda, Samir Amin, en todas sus intervenciones durante su reciente visita al Ecuador, estuvo repitiendo que uno de los desafíos para la izquierda radical marxista es gestionar la relación potencialmente complementaria, pero igualmente conflictiva, entre el poder que surge (aun cuando sea desde movimientos populares progresistas y en elecciones, como en Ecuador), en pos de favorecer el progreso de estos avances y evitar abortar estos movimientos.