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El Telégrafo
Luis Rosero

¿Después del paro, qué?

17 de agosto de 2015

El paro convocado por el FUT al que se unieron la Conaie, Federación de Médicos y otros grupos no tuvo la repercusión que esperaban sus dirigentes. Si bien hubo movilizaciones en Cuenca, Guayaquil y Esmeraldas, fue en Quito donde se concentraron las protestas pero ahora con mayor violencia. Los movimientos sindicales e indígenas no tienen la fuerza social de otras épocas. En Guayaquil, hubo movilizaciones de ciertos grupos a la que se unió Compromiso Ecuador, el Alcalde y resucitaron los cadáveres políticos como ex MPD, A. Noboa y apareció el Presidente de la CCG.

¿Qué cabe ahora después que los movimientos sociales y políticos mostraron su inconformidad?

1. Hay que analizar por qué se desbordó la coyuntura política. Hasta los primeros 7 años de gobierno había paz social, en función del fortalecimiento de la cohesión social (por gasto público), crecimiento, ascenso de clase media y reducción de pobreza. Y por el lado político, una oposición débil y desarticulada. El régimen ha realizado una amplia reforma institucional que avanzó, sin problemas, hasta que se tocaron o tocarían los intereses de los movimientos políticos (enmiendas constitucionales), de ciertos empleados (límite al reparto de utilidades, administración pública de fondos de cesantía del magisterio, etc.), de la clase media alta y alta (proyecto de ley herencia y plusvalía, etc.), de indígenas (ley de agua, etc.), etc. No hubo una estrategia comunicacional ni precaución para tratar estos temas. Consecuentemente, dichos grupos salieron a las calles, de lo cual se aprovechó la oposición para aparecer defendiendo la propiedad y derechos de la gente. O sea el gobierno descuidó la política, no escuchó a la calle ni hubo táctica en estos temas y la coyuntura política se desbordó.

2. ¿Quién ganó? No hay vencedores ni vencidos. Si alguien se cree ganador impondrá sus condiciones, lo cual limitará el dialogo. En aras de la distensión, las propuestas de dichos movimientos deben ser tratadas y discutidas incluida la del ex-Ministro A. Acosta. Pero para un dialogo fructífero ningún grupo debe imponer su agenda, ni sus intereses particulares sobre los intereses del país. Se trata de discutir el proyecto nacional. Si hay que rectificar, ver el camino y establecer una agenda nacional.

3. Hay que separar los diálogos. En lo político se debe tratar, con los movimientos sociales y políticos serios, sus propuestas, llegar a consensos y dejar para una consulta los disensos. Es importante separar los intereses de los dirigentes y de las bases. Pero aquí se requiere un Ministro de la Política, que tenga cintura política y capacidad para actuar con dichos movimientos.

4. En lo económico hay que tratar, no solo con las cámaras empresariales sino además con la economía popular y solidaria. Urge, ya que a la coyuntura política se ha unido la delicada coyuntura económica que puede agravarse, por las variables externas e internas, y requerir de otro ajuste. Los diálogos deben ser al más alto nivel con quienes tengan capacidad de decisión, flexibilidad y consenso.(O)

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