Difícil el tema: está traspasado por la ética, es decir, por el concepto que cada individuo tiene sobre lo que es bueno o perjudicial para sí mismo y para los demás, independientemente del acuerdo social moral.
Al respecto del aborto hay diversas posiciones éticas. Hay hombres y mujeres que piensan que despenalizarlo sería otorgarle la potestad a alguien sobre una vida distinta, la del feto, quien tiene derecho a nacer. La posición contraria señala que la realidad rebasa la ética, puesto que miles de mujeres se practican el aborto clandestinamente y mueren junto con el embrión.
En esa línea, la argumentación se funda en el derecho de las mujeres a decidir sobre el rol reproductivo de su cuerpo bajo el alero de la libertad individual, a no ser criminalizadas y preservar su existencia mediante la aplicación de medidas de salud pública. Vale decir, que en la peor época de la historia, la época neoliberal, cuando en Manabí no existían hospitales suficientemente equipados, era necesario asistir a clínicas precarias para alumbrar a nuestros hijos, corriendo el mismo riesgo que quienes también en esa época, como ahora, abortaban. Es decir, morían mujeres por falta de condiciones, tanto por aborto, como por parto.
Más allá de las disquisiciones éticas, el tema del aborto pasa por las condiciones concretas que enfrenta cada sociedad en su momento histórico. Cuando la economía agraria demandaba más mano de obra, era necesaria la familia extendida y procrear más hijos, debido a la alta tasa de mortalidad.
Durante el despegue del capitalismo, los Estados procuraban el aumento de la población mediante políticas de sanidad pública, puesto que la producción dependía aún del músculo humano. Es obvio que hoy, uno de los problemas centrales para los poderes del mundo es evitar el crecimiento demográfico, aunque, contradictoriamente para sus intereses, cada niño o niña que deja de nacer, significa un consumidor potencial menos.
Actualmente, de manera legal e ilegal, circulan en la esfera internacional millones de dólares, movidos por mujeres de diferentes estratos, quienes pagan para practicarse el aborto. Otro tanto de dinero se mueve por la demanda de una conocida pastilla abortiva, que provoca la interrupción del embarazo:
Algo se siente cuando una vida se va y algo se siente cuando no es deseada y viene en condiciones de pobreza. En los dos casos, está en juego la vida. (O)