Estaba leyendo la columna de Felipe Rodríguez, quién invita a la reflexión desde su visón en el ámbito penal sobre la denuncia nacida de un descarado video en la que tres pelafustanes conversaban, cual reunión por la mañana, de como se repartían ganancias al intentar posicionar a un sujeto en un viceministerio.
Pero en este recorrido, el autor hace un cálculo sobre el funcionario público y el empresario, y dice que, si quieren hacerse millonarios, compitan en el mercado y generen millones. También hace un cálculo mínimo de salarios en el sector público y los pone en más o menos USD $3.500.
Y aquí me quedo un segundo, pues para que un empresario gane un salario con derechos laborales de funcionario público debería hacer una ganancia neta de 46.000 dólares anuales en su empresa. Es decir que debería primero:
- Pagar su planilla de trabajadores. - como manera de ejemplo un trabajador con el salario básico unificado y provisionando sus derecho y aportaciones al IESS sale a USD $384.44 (deberías facturar para cubrir este personal USD 385 + IVA recurrentemente);
- Pagar una oficina. - como manera de ejemplo una pequeña y barata en USD 100 + IVA;
- Pagar impuestos. - declaración mensual de IVA y declaración anual de Impuesto a la Renta (esto no incluye el contador);
- Pagar un préstamo. - en Ecuador no existe capital de riesgo, por lo que un préstamo productivo de USD $10.000 a 3 años, después de entregar tus bienes para asegurarlo, debería salir en una cuota mínima de USD 321, si lo piden en BanEcuador y por algún milagro te lo dan;
- Pago mensual para el empresario igualando el sueldo de USD $3.500 de alto rango en el sector público.
Usted debería estar facturando de manera mensual y recurrente, en una operación de un colaborador, una oficina, pago de impuestos, pago de préstamo para iniciar y su salario la cantidad de USD 4.500 + IVA (sin contar retenciones), repartido entre uno o varios clientes que estén dispuestos a pagarle. Dios lo agarre confesado si uno de sus clientes no puede o no quiere pagar.
Ahora, el video de los tres sinvergüenzas peleándose hasta por el centavo que van a recibir para poder a alguien en un puesto y que se dedique a robar, también detecta lo que todos sabemos, pero nadie hace nada. Que hay empresarios que, si invierten en esto, con plata que hacen de formas irregularmente legales.
Los contratos públicos llegan al sistema del SERCOP ya direccionados, los más jugosos y hasta los huesos de perro hambriento. Los famosos Términos de Referencia (TDR´s) son el juego del desastre. Estos se hacen en oficinas privadas con tal inteligencia que la pregunta a contestar es ¿qué tienes tú que el resto no pueda cumplir? Así se fragua el andamiaje, primero poner a quién dispone, para después preguntar a quien quiere comprar como hacer el se legalice la tajada.
Salir al mercado y pelear justamente es solo para el bobalicón que cree que esto es verdad, pero para el resto, la ley es una sugerencia que permite un camino a la corrupción. De cada dólar que el Estado ecuatoriano invierte en bienes y servicios públicos, más o menos un 30% (si no es más) se va a los bolsillos de los delincuentes. Práctica común, todos los saben, pero como estamos aquí la frase es “sino hago esto, no como”.
La putrefacción que vemos en el mercado ecuatoriano solo ha aplastado al emprendedor que no tiene como financiarse, y si lo hace, el costo de pago y retorno se lo lleva el corrupto, el banco y los acreedores. Este se rinde al sistema, paga la coima, la corrupción lo atrapa. Un bucle eterno.
No me vengan a confundir al funcionario que bien tiene ganado su salario, porque hay mucho, muchísimos que lo hacen de manera desinteresada y con honor. Terminan entregando su vida al servicio de la institución, y se ven enlodados por los que venden al país a los que ofertan por el país.
La lógica detrás del reclamo es que el empresario honesto paga impuestos, arriesga y gana fruto de su esfuerzo ingenio y trabajo, por encima del peso del Estado quien entra como un socio invisible que solo pide, pero no regresa lo que debería dar: seguridad jurídica, educación, salud, vivienda, créditos y regulación de mercados para que sean competitivos y para todos. El Estado solo pide, pero adentro las ratas se merodean y venden servicios públicos al mejor postor, muchas veces al empresario corrupto que se relame por poner a su hombre de confianza que les permita el atraco.
2 millones, 3 millones, y hasta 4 millones, es poco, casi nada, es un precio justo para repartir rápido, a fin de cuentas, en menos de tres meses se puede, con suficiente poder, declarar emergencia de todo (porque el Ecuador siempre está en crisis), mandar un gasto pequeño de 8 millones y una vez que los contratos están firmados, no hay nada más que hacer. Después se lo vende como “pero hizo obras”.
Voy a repetir mi eterna cantaleta: en Ecuador ser corrupto, ladrón, deshonesto, paga muy bien, en efectivo y de manera inmediata, a costa de todos y a vista de todos; mientras que ser honesto, prudente y arriesgarla para dar trabajo es un delito.
Despenalicen la honestidad.