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El Telégrafo
Duglas Rangel Donoso

Desnudo estoy

11 de agosto de 2020

Nadar desnudo es lo único que vale la pena. Desnudo vine y desnudo me iré. No importa la marea: siempre estoy desnudo. Frágil, quebrado, quemándome.
La desnudez me fortalece. Soy fuerte desnudo: me siento desamparado, sin protección. Solo. Sólo bañandone ante el sol que me calienta. Satisfecho con el aire que me permite respirarlo. Pisando la tierra que acogerá el polvo de mi muerte. Estoy agradecido con la vida. Vivir me ha sido bueno. Vivir es bueno. Ni el bien ni el mal. La vida es buena, bonita y estás tú: amada mente y amado corazón. Amada mujer, amada hija, amado hijo.


¿El amor es el amor. Dónde está el amor? ¿Dónde lo busco? ¿Dónde lo encuentro? Todo parece fácil, se arma y se desarma. Nos juntamos y nos separamos. Parecería que la salida está cerca y siempre es accesible. Sin embargo falta algo. Algo me falta, algo nos falta, algo está ausente. No hay respuestas. Le he orado a todos los dioses y demonios y no encuentro la respuesta. ¿No encuentro la pieza que encaje en mi abandono y aislamiento. Qué quiero de mí? ¿Qué quiero de la existencia?


Me he sentado a ver pasar el cadáver de mis falsas esperanzas. Estoy cansado de mentiras e delirios. He metido mi brazo sobre la mentira reciente y la he arrancado de mis sueños y vanidades. Estoy desmantelando la tienda donde vendo las baratijas del saber y de la fe. Ahora estoy sin fe. Ni espero encontrar nada en mi camino pero seguir caminando tanto de noche y de día. Ya no hay más desvíos; las cosas recibirlas tal como vienen. Desnudo estoy, desnudo me iré. (0)

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