En Ecuador existe una profunda desigualdad territorial. A través de una investigación en la UIDE mediante un enfoque de brechas estructurales (factores económicos, sociales, institucionales, productivos y ambientales) realizados a 220 ciudades del país, se determina la tendencia a ampliar las desigualdades territoriales, configurando un modelo de desarrollo espacial con enormes disparidades.
La primacía urbana bipolar es un factor preponderante que se manifiesta en la significativa concentración de población y de poder económico de Quito y Guayaquil, tal como lo demuestran varios indicadores como las tasas de crecimiento poblacionales, el PIB per cápita, pobreza, desigualdad, tasas de educación superior, empleo inadecuado, productividad, tasas per cápita de ahorro, pago de impuestos, entre otros, reafirmando un crecimiento económico dispar con escaso desarrollo social.
Las ciudades más ricas presentan el indicador de desigualdad (Índice de Gini) más alto, dejando en evidencia los severos desequilibrios socioeconómicos expresados en la alta marginalidad urbana de estas ciudades. Al dejar de lado la dimensión territorial en el análisis, se pierden de vista las profundas asimetrías que estamos dejando como legado en el desarrollo territorial, configurado por dos grandes distritos metropolitanos conectados al mundo global y una veintena de ciudades en segundo plano y doscientas ciudades sin posibilidad de un desarrollo cierto.
La desigualdad territorial se refleja en la convivencia de pocas empresas muy modernas y con tecnología de punta ubicadas en las grandes ciudades y muchas empresas de baja productividad situadas en todo el país con severas debilidades en sus capacidades de gestión, inversión e innovación dada la masiva presencia de la microempresa (90%) que funciona como refugio de la informalidad laboral y que refuerzan la persistencia de bajos ingresos y la disminución de las condiciones de vida, configurando un círculo vicioso casi imposible de revertir. (O)