En el empeño de medir el tiempo, hemos establecido el inicio y fin de cada ciclo anual. Al término, hacemos un balance de lo cumplido y lo pendiente, prometiendo alcanzar lo no logrado en el nuevo que se inicia. Si lo analizado corresponde a un espacio macro, referido a nuestro lar nativo o al mundo, al no estar en nuestro poder la posibilidad de direccionarlo, nos quedamos en el ámbito de la esperanza y los buenos deseos.
El 2013 es año de decisiones trascendentes: en las elecciones de febrero próximo se definirá el futuro del Ecuador. Después de estos años en que la Revolución Ciudadana ha puesto los cimientos del nuevo país, llega el momento de profundizar el proceso que, cada vez más, lo siente propio la mayoría de la población. Los saltos cualitativos en educación, salud, atención a las personas con capacidades especiales, vialidad, construcción de hidroeléctricas son irreversibles. Sobre la base de lo realizado deberá avanzarse en cuestiones fundamentales como la reforma agraria, la ley de aguas y el anunciado giro hacia una nueva matriz productiva, al tiempo que se consolida la organización social que permitirá asumir con éxito los nuevos retos.
Para el cumplimiento de estos planes y programas, es indispensable que el presidente Rafael Correa Delgado, que ha liderado la asombrosa transformación del país con reconocimiento internacional, se mantenga a la cabeza de esta gran minga de rescate de la patria. Con reconocimiento a la extraordinaria tarea cumplida por el vicepresidente Lenín Moreno, corresponde ahora a Jorge Glas encabezar las nuevas tareas que para su desarrollo requiere el Ecuador. Todos debemos arrimar el hombro en esta gigantesca obra que la historia ha puesto a nuestro alcance, después de tantas traiciones y esperanzas fallidas.
Para que la Patria Grande latinoamericana alcance su desarrollo pleno, ojalá se mantenga ese extraordinario liderato colectivo que ha impulsado esta integración especial, que parte de la voluntad de nuestros pueblos, unidos cada vez más por lazos estrechos e indestructibles. Dilma, Cristina, Rafael, Pepe, Ollanta, Daniel, han formado un gran núcleo que se apoya en Fidel y Raúl y en el comandante Hugo Chávez, gestor de la unión, que nos da lecciones de patriotismo y entereza.
La asignatura pendiente es la paz. Que en Siria, Palestina, Colombia y en todas partes sus ciudadanos reciban cada nuevo día con fe en el futuro. Latinoamérica ya es y seguirá siendo el continente de la esperanza.