Aunque al país el año 2020 lo tomó algo cansado por lo sucedido en 2019, nuestros augurios de bienestar, aún sobre las proyecciones patrias, no merman para nada. Optimistas, pero sin dejar también de olvidar todo lo perjudicial acontecido en los 12 meses pasados.
Anhelando con esto, en lo posible, no se repitan. Remarcando ese “en lo posible” porque, por más o mejores intenciones a tener, no todo depende de la voluntad de uno solo. Menos cuando se trata de asumir o proponernos responsabilidades como país.
En el nuestro existe consenso en que el mayor perjuicio de 2019 fue la impunidad, llevada a su sitial más evidenciable en las protestas de octubre. Una cosa es conocer, a través de números o cuentas, que se han robado miles de millones de dólares, de tantas maneras posibles, y otra distinta es presenciar -sufrirlo incluso- cómo se atenta contra todo el Ecuador, para que al final todos los responsables estén libres de culpa, riéndosele al país. Para lo primero, nunca faltan contrapartes que relativicen el saqueo de la década robada. En lo segundo, no cabe.
No hay cómo relativizar, por ejemplo, responsabilidades en Jaime Vargas y demás líderes indígenas de lo sucedido en las protestas del aciago octubre y las consecuencias económicas de las paralizaciones, en sus llamados a la sublevación, secuestros, en sus insultos contra la dignidad humana; tampoco podemos virar la página olvidando el terrorismo correísta de esas jornadas, personificada en Paola Pabón, Virgilio Hernández, Ricardo Patiño, Rafael Correa y otros líderes de esa organización política casi delictiva.
Si queremos alcanzar un país diferente en este nuevo año, debemos de parar tanta impunidad que ampara el proceder de cierta clase política. Dejar, desde los diferentes espacios del poder, de dar malos ejemplos, como el sucedido a horas de concluir el 2019 en el pleno de la Asamblea, en razón de los apremios de la caja fiscal y olvidos legislativos.
Esperemos en 2020 no existan argumentos para que la impunidad se nos ría en la cara, salga libre o termine mocionando alguna resolución a favor de los apuros del Gobierno. (O)