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El Telégrafo

Descolonizar el saber económico para cambiar el mundo

19 de noviembre de 2013

Uno de los aspectos más absurdos de la crisis económica que vive el Occidente es la falta de un cuestionamiento radical hacia aquellos modelos económicos que no solamente han fracasado en prever el desastre, sino que también han contribuido substancialmente en provocarlo. A la ausencia de movimientos de masa que una coyuntura tan drástica como la actual exigiría, se suma otro silencio, igualmente preocupante.

Se trata de la relativa tranquilidad en la cual han continuado viviendo los perpetuadores intelectuales de las funestas doctrinas del libre mercado y de la teoría de la elección racional: los departamentos de economía y sus integrantes.

Hace pocas semanas, algunos estudiantes de economía de la Universidad de Manchester han invertido esta tendencia, formando una sociedad llamada Post-Crash Economics Society, con el objetivo de cuestionar las suposiciones, la metodología y las conclusiones de la teoría neoclásica y pidiendo a viva voz la revisión de los programas de estudio de los cursos de economía. La intuición de fondo es que, tras el crack económico y la ineptitud demostrada por las corrientes económicas convencionales, es necesario diversificar la enseñanza económica.

Imbuidos de modelos matemáticos abstractos lejanos de la realidad, los estudiantes de economía reciben en casi todo el mundo una preparación limitada, que no otorga ningún tipo de conocimiento crítico para la comparación entre diferentes teorías económicas y cuyo objetivo es la perpetuación del sistema actual. La mayoría de los estudiantes sale de las universidades incluso desconociendo la existencia de pensamientos alternativos.

Trasladando el debate a Ecuador, el acertado sistema de becas implementado por el Gobierno podría aportar una mejora, favoreciendo -a través de la revisión de los criterios de lo que es considerado de excelencia-  el estudio de los connacionales en aquellos departamentos de ciencias sociales del extranjero donde rige una enseñanza heterodoxa. Se necesita que al país regresen economistas que han aprendido herramientas distintas a las de la teoría neoclásica, como la economía política marxista y el pensamiento poskeynesiano, por ejemplo.  

La experiencia de Manchester promete expandirse a otras universidades del Reino Unido. Sin embargo, el surco que los chicos de esta universidad han abierto debería llegar a penetrar todo el abanico de las ciencias sociales. El cuestionamiento de los pénsums de economía debe ser la palanca para poder finalmente revisar todos los contenidos de la enseñanza susceptible de carga política e ideológica, más allá de la boba pretensión de cientificidad avanzada por los intelectuales neoliberales. La lucha en contra de la episteme dominante, así como la definía Foucault, es un paso imprescindible para el titánico emprendimiento de cambiar el mundo.

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