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El Telégrafo
Alicia Galárraga

¡Descansa en paz, Pachis!

16 de agosto de 2020

El 27 de noviembre de 1997, grupos LGBTI organizados como sociedad civil (es decir, sin auspicio político o ideológico) consiguieron despenalizar la homosexualidad en Ecuador que, hasta esa fecha, se castigaba con privación de la libertad de hasta ocho años.

Uno de los protagonistas de este hito histórico fue Patricio Cuéllar. Patricio vivió en carne propia los excesos de una legislación anti-derechos que perseguía, torturaba y denigraba a los ciudadanos LGBTI, en aquel entonces llamados “gays”, sin respetar su diferencia sexual o de identidad sexo-genérica.

La semana posterior al sábado 14 de junio de 1997, la conservadora ciudad de Cuenca se conmocionó: el intendente de policía ingresó al Abanicos’ Bar donde se realizaba la primera elección de una reina gay en aquella ciudad, con apenas cuatro participantes. Una de ellas era Patricio o Pachis, quien resultó ser ganadora de la elección.

La mayoría de medios escritos de Cuenca y del resto del país recogieron lo sucedido bajo sesgos homofóbicos, moralistas y amarillistas. Por ejemplo, un periódico morlaco se refirió así a los hechos: “la autoridad no recuerda que antes haya pasado una cosa semejante en Cuenca y lamenta que ocurran atentados a la moral como éste”.

Pachis, que para la elección llevaba un vestido, fue detenida junto a 63 asistentes a la fiesta del reinado gay. Con vestido y banda se la llevaron y la encerraron con el resto de detenidos en el CDP de Cuenca. El caporal de la celda fue el primero en violar a Pachis y posteriormente lo hicieron más presos. El resto de detenidos también fueron violados, gaseados y sometidos a torturas como sumergir sus cabezas en los inodoros o la aplicación descargas eléctricas.

Pachis, en lugar de atemorizarse y desmoralizarse, junto a otros ciudadanos LGBTI, lograron despenalizar la homosexualidad.

Pachis murió este 12 de agosto; su salud estaba muy deteriorada. Su nombre se suma al grupo de personas LGBTI que, a pesar de las múltiples violaciones a sus derechos que sufrieron antes y después de la despenalización de la homosexualidad, no han sido reparadas por el estado ecuatoriano sin mencionar que muchos viven orillados a la pobreza, la indigencia y el olvido. ¡Descansa en paz, Pachis!  (O)  

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