Para su posesión presidencial, Luiz Inácio Lula da Silva, contó con la presencia de veinte mandatarios. Esto muestra una respuesta positiva de distintos líderes políticos a la imagen de progresismo moderado que ha buscado proyectar durante su campaña. Ha dejado claro que uno de sus objetivos es recuperar un rol activo de Brasil en el mundo, en lo multilateral, pero sobre todo con un enfoque en el liderazgo latinoamericano.
En efecto, se vislumbran relaciones estrechas con los países con gobiernos de izquierda, sin dejar de lado relaciones cordiales con los demás países de la región, que apoyan esta transición democrática. El nuevo gobierno ha planteado que se centrará en la reactivación de los organismos regionales que fueron creados desde ideales progresistas como la CELAC. Sin duda, puede ser un momento político propicio para ello, no obstante, será un gran reto el generar resultados palpables de organizaciones que han sido cuestionadas por su enfoque meramente ideológico, ineficiencia y corrupción, características que llevaron a la lamentable decaída de UNASURpor ejemplo.
A nivel global, Lula busca recuperar la posición brasileña en las iniciativas del Sur Global, como el bloque de los BRICS. Esto podría ser una de las mayores oportunidades económicas por el tamaño de los mercados de los países miembros y su creciente nivel de tecnologización. El vínculo con Rusia se observa como un punto controversial considerando el conflicto con Ucrania. Lula y Putin han manifestado su intención de fortalecer lazos de cooperación.
Otra relación que genera expectativa es el vínculo con Estados Unidos. Si bien Biden ha felicitado a Lula, aún está por verse el nivel de cercanía que tengan ambos gobiernos. Esto en un marco en el cual el gobierno estadounidense tiene como uno de sus ejes de política exterior el acercamiento a América Latina. Por otra parte, Lula ha indicado que China es el mayor socio comercial de Brasil y por tanto quiere fortalecer los lazos con el gigante asiático, país que será uno de los que formará parte de su primera gira presidencial adicionalmente a Estados Unidos y Argentina.
Si bien frente a las recientes manifestaciones violentas se observa que el principal reto de Lula es la gobernabilidad interna de su país, también enfrenta importantes retos en su política exterior, en especial al haberse planteado metas muy ambiciosas en lo internacional. De igual forma, durante este nuevo mandato tendrá que hacer frente a una imagen deteriorada por los escándalos de corrupción nacionales y regionales que empañaron sus anteriores administraciones.