Los triunfos obtenidos con sacrificio, humildad, coraje y perseverancia, también con talento por supuesto, son la muestra clara de que el Ecuador puede situarse en cualquier podio mundial sin ningún resquemor y complejo. Son ejemplos que nos hacen pensar que se empieza a asimilar una nueva filosofía e instalar nuevos códigos como sociedad, por lo menos en el deporte así es.
Los excluidos de siempre, hoy paradójicamente son el orgullo nacional, circunstancia que no se compadece con lo que sucede en la vida real del país, parecería que vienen de escuelas bilingües de alto nivel, con todas las facilidades y condiciones sanitarias, infraestructura, servicios, seguridad y promoción efectiva, científica y programada del deporte, cuando en la realidad, muchos de ellos, son muchachos que escaparon de la desnutrición infantil, violencia intrafamiliar, pobreza y delincuencia.
Mientras la unión de los ecuatorianos alrededor de aquellos jóvenes que se dejan la piel en la cancha, se plasma en los estadios de Qatar, en la Asamblea Nacional se cocinan componendas y se produce una lucha encarnizada de intereses inconfesables. Está claro que el deporte y los jóvenes deportistas, tanto a nivel individual, como colectivo, le han dado una gran lección al país, la tan ansiada unidad nacional dejó de ser una necesidad y se transformó en una norma de conducta obligatoria.
Se ha dicho siempre que la política y el deporte deben ser como el agua y el aceite, no mezclarse nunca, simple y sencillamente para evitar un malsano y perjudicial maniqueísmo que afecta y deteriora su nivel.
Inimaginable resulta que los intelectuales y políticos de fuste, opinen sobre deporte, más allá de lo coyuntural y epidérmico, no es lo deseable por aquello de "zapatero a tus zapatos", sin embargo resulta tristemente frecuente que, a deportistas considerados desde siempre como ejemplos, la política se haya encargado de desfigurarlos, se pueden citar muestras que pudieran servir para emprender con una botonería...Rolando Vera, gran fondista sin fondo parlamentario; Agustín Delgado gran goleador, pésimo lector; Iván Hurtado de gran ubicación pero solo en la cancha; José Francisco Cevallos y Jacinto Espinoza tapando y solapando; deportistas destacados que fueron seducidos, contaminados y utilizados por la política, cayeron en sus fauces y han caído víctimas del sistema, algunos hasta les ha costado la vida, como es el caso de Carlos Luis Morales.
Es fundamental que los ciudadanos hagan política considerando sus limitaciones, eso se llama respeto a los votantes y a la nación entera, que sean conscientes de sus virtudes y defectos, en lo que se refiere a formación académica y humana, lo cual no quiere decir que los deportistas no tengan derecho o capacidad de instruirse en estas lides, pero a las pruebas me remito…
Se impone que los ciudadanos propongamos hacer política ciudadana sincera, leal, transparente. Este país cambiaría, como ha pasado con el deporte, si llega el día en que los universitarios hagan política universitaria, los profesores política educativa, los médicos política de sanidad pública, los trabajadores política social y laboral, los empresarios política productiva, todos absolutamente todos, alejados de la mafia imperante, distanciados del electoralismo con un espíritu eminentemente cívico y patriótico. ¿Utopía? probablemente sí, pero hay que intentarlo, de otro modo habría que esperar el apocalipsis sin miedo, sino más bien con esperanza.
En política seria ideal contar con el VAR que compruebe engaños, mentiras, trampas y triquiñuelas, quedarían proscritos y expulsados todos aquellos personajillos, ratas, ratones y rateros, toda esa escoria que tanto mal le ha hecho a la Patria, acaparando dinero público en sus cuentas privadas y en las de sus testaferros, todos deberían ser sustituidos por gente decente, rigurosamente escogida, con formación y experiencia, pero sobre todo con decoro y dignidad. ¿Quién le pone el cascabel al gato?