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El Telégrafo

Demoliendo el Concilio Vaticano II

04 de junio de 2011

Con la caída del Muro de Berlín y el desplome de la URSS, las grandes corporaciones-Estados proclamaron el fin de cualquier modelo que dispute el viejo orden liberal. Ese triunfalismo duró poco. América Latina desde los noventa del siglo XX vive un “giro a la izquierda”, convertido en la piedra de toque del neoliberalismo. Sin embargo, este tiene muchas máscaras asociadas. Una de ellas es el neoconservadurismo religioso, ampliamente apoyado por el ahora beato Juan Pablo II. La lucha contra las utopías socialistas también se desarrolló al
interior de la Iglesia católica. Ya no era plausible una Iglesia sostenida en Comunidades de Base y con opción preferencial por los pobres, una Teología de la Liberación con un Cristo liberador. Teólogos como Proaño, Ellacuría, Boff o Sobrino ya no podían ser tolerados y, menos aún, una Iglesia popular, india, pobre.

La Iglesia clerical exigía una presencia fuerte y contemplativa que separe radicalmente al fiel de su compromiso político y social con su tiempo. La forma de lograrlo fue lanzar al mundo una serie de grupos neotradicionalistas. Así la presencia del Opus Dei, los Heraldos del Evangelio -conocidos como Caballeros de la Virgen- o los Legionarios de Cristo, etc., han servido como contrapoder a gobiernos de izquierda. Sus acciones no se ciñen solamente a la contemplación, a la fidelidad “al magisterio auténtico, en adhesión filial al Papa” o en buscar una nueva evangelización cimentada en “la Eucaristía, María y el Papa” sino que la contemplación significa un renunciar estratégico a la política.

Es un retorno de la Teología de la Liberación del Concilio Vaticano II a una teología política donde el ordenamiento presente del mundo debe ser aceptado como designio de Dios y que se lo aprende contemplando en el rostro de María el rostro de Jesús (NMI.59). Esta teología política llama a que los fieles antepongan su condición contemplativa a la de ciudadanos. Para esto la utilización de racionamiento lógico tomista de Santo Tomás de Aquino se convierte en la herramienta pedagógica perfecta. Todo lo del mundo puede ser explicado y fundamentado en la Sagrada Escritura. Los rituales exigen un adentrarse en las tradiciones medievales. Hacer que los fieles retornen adentro de la Iglesia y se sumerjan en el espectáculo ritual. Esto significa sutilmente abandonar el principio de una Iglesia que vaya a donde están los pobres, los empobrecidos, los miserables y condenados de la Tierra. Y bueno, también se asocian con los grandes grupos empresariales que hacen caridad política, como en el Ecuador. Ahí algunas direcciones para revisar: fundacionobis.org, manoamiga.cl, altius.org, iuve.org. Como afirma el teólogo chileno Richard: “el Papa se parece más al Emperador romano que a San Pedro”.

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