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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

Democracia ¿tiranía de la mayoría?

11 de abril de 2021

El pensador francés Alexis de Tocqueville, luego de haber visitado Estados Unidos, en 1831, teoriza sobre la dialéctica entre la libertad y la igualdad que supone la democracia. Tocqueville afirma que «si la humanidad debe elegir entre la libertad y la igualdad siempre decidirá en favor de la segunda, incluso a costa de alguna coacción». Percibo que en la elección que se decide hoy domingo 11 de abril, la sociedad ecuatoriana se decantaría, en el juego de esta dialéctica, por lo que percibe que se acerca a la igualdad.

En efecto, en la campaña electoral de segunda vuelta, los candidatos y sus seguidores más influyentes han posicionado discursos que de algún modo se han abanderado de uno u otro valor que heredamos desde las ideas ilustradas. Así el candidato de la derecha garantizaría el valor de la libertad, frente a los monstruos autoritarios de la otra tendencia. En contraposición, el candidato del populismo ha apelado a los valores igualitaristas en lo económico, frente al elitismo del otro candidato.

Si bien hay muchas personas que fueron perseguidas con saña durante el correísmo, la generalidad del pueblo llano vivió algunas ventajas del carácter redistributivo de este régimen en un momento de bonanza económica, y eso le llevaría, según mi percepción, a decantarse por el candidato que ha ofrecido una serie de medidas para paliar la miseria.

Siguiendo con Tocqueville, esta latencia por el igualitarismo, que es imparable, podría llevar a un despotismo de la mayoría, puesto que la igualdad es una pasión desmesurada, “quieren la igualdad en la libertad, y si no pueden obtenerla, la quieren incluso en la esclavitud”. El riesgo de la instauración de lo que él denominó la tiranía de la mayoría, se haría presente. Ninguno de los dos candidatos nos convencen a muchos, por lo cual el voto nulo también se expresará y así algunas minorías quedarán por fuera de este mandato.

Sin embargo, la mayoría es la fuente de legitimación de la democracia moderna, pero la cuestión es que no debería ser la única fuente de legitimidad. Porque como nos señala otro francés contemporáneo, Rosanvallón, se toma la parte por el todo, pero la mayoría es una parte, numerosa por cierto, pero no es el todo. Hay minorías que disienten, que no han legitimado a determinado régimen y ellas también deben ser escuchadas. Además, porque la mayoría fue la única fuente de legitimidad en sociedades homogéneas. Hoy, la sociedad contemporánea es hetetogénea, y este “cúmulo de minorías” tiene derecho a ser reconocida y expresarse políticamente, por lo cual la decisión de la mayoría podría convertirse en tiranía sino se consideran estos otros puntos de vista. (O) 

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