Ecuador tiende a repetir la historia, así lo comprobamos por ejemplo, en lo concerniente a administración de justicia, régimen económico y tributario, educación superior. Un error craso del régimen anterior fue aplicar políticas de Gobierno antes que de Estado, diseñadas con una sola visión, sin consensos previos, politiqueras y coyunturales, algunas extrañas a la realidad nacional, dogmáticas e ideologizadas. El supuesto ánimo refundacional fue una directriz de ese Gobierno, por lo que reeditó errores pasados y despreció avances logrados con anterioridad.
El diseño de una política de Estado implica otear el horizonte y proyectarse a un futuro de largo plazo; también supone arribar a grandes acuerdos sobre asuntos de fondo concernientes a una sociedad compleja, que se debate entre sus conflictos, contradicciones y sueños.
Someter la justicia a la autoridad política ha sido objetivo del régimen anterior, a través de mecanismos diversos y cuestionados, pero que nunca pudieron ocultar el afán de controlar a los jueces y su pensamiento, especialmente cuando debían decidir casos “delicados” para el poder.
En materia económica y tributaria se ha reaccionado ante la coyuntura y las dificultades propias de los mercados internacionales, sobre todo, del petróleo, materias primas y capitales, con la aprobación veloz de centenares de leyes y decretos muchas veces inconsultos. Respecto a la educación superior hemos sufrido y resistido intentos graves de negación de la autonomía e imposición de modelos extranjerizantes que despreciaron una tradición universitaria importante. En suma, la política condicionada al Gobierno de turno.
Exigimos políticas de Estado transformadoras, que sienten bases para proyectar al Ecuador en el largo plazo por el andarivel del desarrollo y la estabilidad sin corrupción ni impunidad. Esto propiciará institucionalización estatal y generará confianza con empoderamiento ciudadano. (O)