Ya era usado por los establecimientos de comida rápida, las cadenas de farmacias y unas pocas tiendas de conveniencia, pero por fuerza de la cuarentena el llamado “delivery” o entrega a domicilio se volvió una necesidad.
Dejemos de lado Glovo y Uber Eats y miremos en detalle lo que involucra esta creciente tendencia y la posibilidad de que constituya un cambio de hábito de consumo que sobreviva al pos covid 19.
La entrega a domicilio y las órdenes para llevar son las únicas opciones de disfrutar de una comida de restaurante de acuerdo a las disposiciones de la cuarentena y toque de queda, que se ha extendido en casi todo el país, más allá del lunes 4 de mayo. Y la mayor parte de los negocios de comida, de todos los niveles, entran en esta operación para poder seguir trabajando. Pero ya nos hemos dado cuenta de que hay formas correctas y erróneas de ordenar a domicilio.
Para empezar, los restaurantes deberían trabajar con un sistema de entrega que no involucre ningún contacto. Esto es realmente difícil en nuestro entorno, pues debería existir un modo de pago digital, que no todos los negocios lo tienen. Y, además, dejar una entrega en la puerta del cliente podría correr el riesgo de que desaparezca. Pero así mismo, cada paso del proceso de preparación de los alimentos, empaque y entrega debería estar sujeto a una completa asepsia. Lo cual no es negociable. Recordemos que la protección es tanto para los clientes, como para los empleados de los negocios.
Para los restaurantes y para los clientes es mucho más rentable la atención de entrega directa desde sus locales y no usando las plataformas y las apps de entrega que eventualmente se marginan un 30% de comisión. Pero organizar un sistema individual de entrega es también sumamente costoso y podría tener mucha fragilidad; sin embargo, los clientes podrían comprar más barato y con más selección en negociación directa.
Y ahora viene el tema del pedido mínimo, que es bastante difícil de implementar, debido a que las órdenes pequeñas no son rentables para los negocios de entrega a domicilio. Esto obliga a los restaurantes a diseñar hábilmente los “combos” para sugerir el tamaño de orden mínima rentable.
Si la entrega a domicilio o los pedidos para llevar se vuelven un hábito permanente de consumo, no hay duda que el tipo de comida que sirvan los restaurantes tendrá que cambiar. Y lamentablemente, pasará un buen tiempo hasta que podamos sentarnos en la mesa de nuestro restaurante favorito. (O)