Imposible que en una sociedad pueda haber unidad de criterio respecto del mérito de un individuo y del valor o descrédito de su gestión.
Las opiniones son opuestas, sobre todo, cuando se trata de líderes enérgicos, carismáticos o violentos. García Moreno, Alfaro, Velasco Ibarra, Correa representan a este arquetipo del líder abusivo en el poder, autoritario y generador de pasiones.
La Historia ha retratado a los nombrados tres Presidentes de los siglos XIX y XX en formatos de excelencia o inoperancia, de bondad o maldad, de democracia o dictadura. Es obvio que la historia carece de objetividad y de Rafael Correa habrá versiones contrapuestas.
Soy de los que creen que el gobierno de Correa fue nocivo para Ecuador y que lo deletéreo de sus efectos durará por décadas. Así mismo, soy de los que piensan que el análisis debe sustentarse en hechos y evidencia. Los hechos generan la opinión y no al revés. Los resultados hablan.
Nunca en la vida republicana de Ecuador, gobierno alguno, dispuso de tanto dinero. El precio del petróleo fue el más alto de la historia y por años. El dinero fue malgastado, dilapidado, robado. El crecimiento económico fue magro y, más aún, la deuda aumentó en más de 400% hasta la increíble cifra de 60.000 millones de dólares.
En salud, a pesar de que el presupuesto se incrementó ostensiblemente, como resultado de los abundantes recursos, éstos fueron mal utilizados como se desprende de un informe del BID en el que se demuestra que Ecuador es uno de los países más ineficientes en el manejo de recursos en salud. Resultados mediocres frente a la inversión. Puesto 54 entre 71 países.
En seguridad social, inconstitucionalmente, se retiró el aporte del 40% del monto de las pensiones jubilares que debía salir del presupuesto del Estado; se retiró dinero del fondo de pensiones para el fondo de salud, necesitado este último por la irresponsable y demagógica decisión de incorporar a la atención a los hijos de los afiliados hasta la edad de 18 años. El fondo de pensiones decrece aceleradamente.
De corrupción, ni hablar. Deletéreo es poco.
Lo dicho es evidencia, no opinión. Opino, sin embargo, que es difícil entender que alguien siga creyendo que Correa fue positivo para Ecuador. (O)