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Del sueño americano a la pesadilla. Así podríamos describir la realidad por la que está atravesando nuestro hermano ecuatoriano y latinoamericano que migró hacia la tierra prometida. El exilio es, sin duda, una de esas experiencias que marcan el espíritu de los hombres.
El "sueño americano" es una idea profundamente arraigada en la cultura de Estados Unidos. Se basa en la creencia de que cualquier persona, sin importar su origen o clase social, puede alcanzar el éxito y la prosperidad a través del trabajo duro, la determinación y el mérito; lo que ha hecho que ese país sea el destino de millones de personas de todo el mundo que le apuestan el todo por el todo al país del norte.
Se dice que la idea del sueño americano se remonta a la Declaración de Independencia de 1776, que establece que "todos los hombres son creados iguales" y tienen derecho a "la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". En el siglo XX, esta idea se popularizó aún más con la inmigración masiva y la prosperidad económica tras la Segunda Guerra Mundial y en el caso en concreto de nuestro país a finales de la década de los noventa del ese siglo cuando el desplazamiento fue masivo hasta nuestros días y se instituyó la industria del coyoterismo lo que obligó a que el legislador establezca un tipo penal en ese afán de frenar la migración ilegal.
El desarraigamiento sin lugar a dudas obedece a la búsqueda de mejores oportunidades económicas, la posibilidad de mejorar la calidad de vida a través del esfuerzo; sin olvidar que en veces el motivo es el ascender en la escala social, independientemente del origen; como también se puede advertir en muchos casos hay la idea de encontrarse con un país en donde la democracia, la libertad de expresión y la justicia existen porque justamente en sus países esos derechos son palabras de museo. Y claro, no puede faltar la idea de poseer una casa y lograr estabilidad financiera.
Los que se van, son los empujados por la injusticia social; los que ayer desaparecieron en el mar, los que se perdieron en la selva del Darién, los que el desierto entre México y Estados Unidos los calcinó; los que son atrapados por el crimen organizado mexicano; son esos a los que los gobernantes de turno los invitan al desarraigo, para luego pegarse unos cuantos golpes de pecho tal cual beata de antaño, comenta la abuela de la casa; sin embargo, sigue siendo un ideal poderoso que impulsa a muchas personas a buscar nuevas oportunidades en EE.UU.