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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

¿Del golpe blando a la invasión?

13 de marzo de 2015

Por los acontecimientos de los últimos días, tal parece que el Pentágono ha dado un ‘golpe de timón’. Ahora resulta que Venezuela, cuna de nuestro Libertador, es una “amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de Estados Unidos y su política exterior”. La Orden Ejecutiva fue firmada por Obama el 9 de marzo del año en curso.

En los últimos 50 años, los gobiernos de Estados Unidos han aplicado esta medida contra varios Estados. Así, en 1950 la aplicó a Corea, tras el triunfo de la Revolución China y su extensión hacia el norte y sur de Asia. Luego aplicó la misma medida contra Cuba en 1963, República Dominicana en 1965, Irán (1969), Nicaragua (1982), Irak (1990 y 2003), Yugoslavia (1991 y 1998). En cinco oportunidades, la medida tuvo como objetivo detener o derrotar revoluciones o procesos revolucionarios, que no compaginaban con los ideales de ‘democracia y libertad’.

En Venezuela, ciertamente, se juega el futuro de la región. Está claro que tras los más variados intentos (desde el golpe de abril de 2002, las guarimbas de 2014 y la guerra económica actual), la oposición venezolana y sus generosos financistas extranjeros no han logrado derrotar a la Revolución Bolivariana. Parece que los jefes se cansaron de la ineficacia y la ineficiencia de los mandaderos criollos.

Venezuela, desde el 2 de febrero de 1999, tras la posesión de Hugo Chávez, recuperó su soberanía. Apenas juramentado, el presidente Chávez ordena que abandone inmediatamente el país la Misión Militar de Estados Unidos que era la encargada de supervisar a las Fuerzas Armadas Venezolanas.

La soberanía expresa la voluntad del pueblo libre. Venezuela -lamentablemente- tuvo gobiernos traidores que entregaron la soberanía a instituciones extrajeras, como el FMI. Fueron los gobiernos que firmaron los nocivos TBI y entregaron al Ciadi la facultad de decidir sobre la aplicación de las leyes económicas. Estas acciones, empleadas contra el pueblo venezolano, fueron eliminadas -de un solo tajo- por el gobierno de la Revolución Bolivariana. Sucesivamente se recuperaron las empresas estratégicas que habían permanecido en manos de empresas transnacionales: petróleo, electricidad, teléfonos, siderúrgica. Chávez tuvo que repatriar hasta los lingotes de oro físico que habían permanecido en poder de bancos extranjeros. La Revolución Bolivariana encontró el sendero de la soberanía que gobiernos vendepatria habían extraviado hace doscientos años.

Desde luego, la soberanía es difícil de sostener sin articular una correcta política de alianzas; por ello, Chávez fortalece las relaciones Sur-Sur, los vínculos con Asia, con el Movimiento de los No Alineados, con Rusia y China. La Revolución Bolivariana fue factor fundamental en la creación de la Alba, Unasur, Celac. Fue determinante su participación para derrotar al ALCA y en la integración del Mercosur. Hay instituciones que también incomodan mucho a los neoliberales como el Banco del Sur y PetroCaribe. Por todas sus acciones, la Revolución Bolivariana ya no es solamente de Venezuela, pertenece a toda nuestra América mestiza. La hermana República Bolivariana de Venezuela no está sola, cuenta con el respaldo de los gobiernos progresistas y de millones de habitantes que salieron del analfabetismo y la pobreza.

Mientras tanto, el premio Nobel de la Paz sigue trabajando con mucho empeño… para iniciar una nueva guerra.

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