El 30-S fue un punto de quiebre en la historia de la RC. Hasta ese intento de golpe estábamos en una fase ascendente, en la que las decisiones del gobierno de Correa sintonizaban con una movilización ciudadana esperanzada por la transformación en curso. Empero, ese acontecimiento mostró ciertos límites del proceso: el nuevo bloque histórico del centro hacia la izquierda que había derrotado a la derecha y accedido al gobierno en 2007 se estaba resquebrajando.
La RC inició su transformación con la reforma institucional. Luego de la aprobación de la nueva Constitución (2008) se empezó a aprobar leyes encaminadas a recuperar el Estado para la ciudadanía, libre de neoliberalismo, colonialismo y corporativismo. Pero eso significaba que el poder del Gobierno se extendía al conjunto del Estado cambiando su correlación de fuerzas. Las oligarquías estaban fuera de sí. Pero también esa izquierda corporativa que se había empoderado en varios nichos al amparo del neoliberalismo. De hecho, ciertos integrantes de ese nuevo bloque histórico en 2007 actuaron en sintonía con la derecha aquel fatídico 30-S de 2010 con el propósito de frenar la reforma, reproduciendo luego la cínica narrativa de negación de la conspiración golpista construida por ella.
El gobierno de Correa se comprometió a radicalizar la RC luego del tributo de lealtad dado por el pueblo a su gobierno, cuya movilización espontánea en todo el país jugaría un rol decisivo en la derrota a los golpistas. Pero, ¿qué significaba la radicalización de la Revolución?
Sin arredrarse ante las amenazas, el Gobierno continuó con la reforma del Estado, intensificándose las contradicciones con esas y otras fuerzas, cuya consistente convergencia opositora entre 2010-2017 produciría un fenómeno político: la constitución de un partido orgánico de derecha con una base social conformada por los grupos desgajados del bloque de la RC, cuyo signo político sería la candidatura de Lasso en las elecciones de 2017.
Pero, ¿la profundización de la RC se agotaba en la reforma estatal? ¿No implicaba acaso ampliar su base nacional-popular y consolidar la organización política? ¿Reflexionar en torno a los escenarios posibles del golpismo en el contexto de la nueva estrategia geopolítica regional? ¿Considerar que los tentáculos del ‘golpe suave’ podrían penetrar el mismo PAIS, dadas sus contradicciones internas?
Quizá no se hicieron estas consideraciones. Porque lo que no pudo conseguir el intento de golpe en 2010, lo ha planteado hoy el gobierno de Moreno. Con el membrete del mismo PAIS, ha ‘tendido la mano’ a los golpistas, silenciando, de modo significativo, la memoria de ese acontecimiento este año. Parecería que del fracaso del golpe violento hemos pasado al ‘golpe suave’ con la propuesta de consulta popular orientada a desmontar la RC, liquidar sus liderazgos y cambiar la correlación de fuerzas en el Estado a favor de las oligarquías y el corporativismo.
¿Cerrará esta consulta el ciclo golpista iniciado el 30-S? ¿O lograremos nuevamente derrotar la conspiración? (O)