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El Telégrafo

Degeneración en la política

23 de julio de 2011

Un dirigente del MPD, convertido  en vocero  de ese movimiento  político, invoca la unión de los  partidos de derecha  para formar un frente para “levantar con fuerza  la tesis de cambio revolucionario que ha abandonado  el mandatario”. Una legisladora de Pachakutik, hoy  en contubernio con  los  sectores opuestos al cambio, en su desesperación por  defender sus privilegios, insiste en una candidatura  presidencial única de la “tendencia de izquierda”. Las  evidentes contradicciones de esos dos sobrevivientes  de la  política ecuatoriana  y para evitar confusiones, es indispensable puntualizar que los partidos  de derecha se inscribieron en la historia para apoyar a la oligarquía y al sistema  usufructuario,  mientras los de izquierda se comprometieron en la tenaz lucha por el advenimiento de la justicia social. Pese al desprestigio, pero alentados por la “prensa independiente”, aún subsisten unos cuantos  dirigentes de insignificantes  agrupaciones que se proclaman de izquierda y que hoy, con descaro e impudicia, se abrazan con los adversarios de ayer, entre otros, los socialcristianos, prianistas y los residuos  de la Sociedad  Patriótica.

Un  asambleísta náufrago del PSC llama a “la unidad de todas las tendencias que no creen  en  el Socialismo Siglo XXI”. Es la invitación de la derecha, en última instancia, por la falta de líderes tan necesarios para la conducción institucional. Ese vacío induce a la partidocracia a la práctica del terrorismo callejero y al sabotaje a todos los actos y medidas del régimen de la Revolución Ciudadana.

El pueblo merece una explicación para que ubique a las personas que practican la política  a su manera. La traición es degeneración humana. El traidor o traidora, calumnia, finge y engaña en procura de lograr dinero fácil o cargos púbicos. Desleales se considera a los asambleístas que abandonan convicciones a cambio de dádivas o prebendas. La historia narra casos de alta traición desde Judas hasta conocidos asambleístas que ayer se alinearon con la Revolución Ciudadana y hoy con descaro se convierten en sus enemigos.

Los militantes de la derecha, que se mantienen  en  su misma dirección, merecen el reconocimiento por su lealtad a sus principios, aunque equivocados. La oposición franca ayuda a los gobernantes a enmendar yerros, mientras a los traidores se les tilda como los seres más despreciables. Un sabio dijo: “La traición nunca triunfa; y si triunfa, los traidores merecen el cadalso”.

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