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El Telégrafo
Mariana Velasco

¿Debería inquietarnos?

03 de noviembre de 2020

Sufragar puede ser confuso incluso en el mejor momento y 2020, debido a la pandemia del virus, lo es. Estados Unidos, culminó el proceso para elegir a su nuevo presidente, bajo un sistema electoral complejo y diferente al nuestro. El artículo II de la Constitución del país de las trece franjas y cincuenta estrellas, establece que los presidentes deben ser elegidos por el Colegio Electoral, no por el voto popular directo. Hay 538 electores en total, y un candidato necesita una mayoría simple de 270 para ganar la presidencia.

El número de electores que tiene cada estado se basa en su población, y cada uno puede decidir cómo asignar sus electores. La mayoría lo hace basándose en el voto popular en todo el estado, pero Maine y Nebraska otorgan algunos electores al ganador de cada distrito del congreso.

Dado el gran número de votos por correo-más de ochenta millones-, posibles retrasos en el recuento y la presencia del presidente Donald Trump y Joe Biden, a los estados que podían inclinar la balanza para ganar, llaman a la cautela.

Si, Biden gana Florida y Carolina del Norte y los votos son contados con agilidad, dejaría a Trump sin ruta realista hacia la victoria. Un candidato puede ganar el voto popular con un margen inmenso en los estados grandes y perder el Colegio Electoral. Ocurrió varias veces, incluyendo Hillary Clinton (2016) cuando ganó el voto popular y Trump con poca diferencia ganó en estados claves como Michigan, Pennsylvania y Wisconsin.

Las veces que las Américas miran hacia el norte, hay sorpresas. Las visitas de más de una docena de líderes latinoamericanos, incluido el nuestro, evidenció el liderazgo de Trump en la lucha contra las drogas, más no la existencia de una agenda para América Latina y el Caribe. Todo lo contrario, el ex dueño de la franquicia de Miss Universo, ve a nuestra región como fuente de inmigrantes no deseados.

Con la troika de la tiranía-Venezuela, Cuba y Nicaragua-nada pudo hacer. Hubo  esfuerzos para sacar del poder al autócrata de Venezuela, al reconocer al  opositor Juan Guaidó como el presidente legítimo del país, más las sanciones que impuso su gobierno para expulsar a Maduro del poder no lograron su objetivo y el país está en la ruina económica.

De Trump, cualquier cosa se puede esperar y si pierde, no sería de sorprenderse que se niegue a aceptar los resultados de las elecciones, aunque no puede disputar directamente el resultado en la corte, podría desafiar los métodos de votación y los procesos electorales en un esfuerzo por cambiarlos.

En un eventual gobierno de Joe Biden, se abre la puerta para el retiro de la doctrina Monroe, una política del siglo XIX bajo la cual Washington estableció que América era su esfera de influencia exclusiva y los intentos de las potencias extranjeras de intervenir serían considerados como actos hostiles.

El exvicepresidente siente que, durante mucho tiempo, Estados Unidos ha sido visto en la región como un “matón que le impone sus políticas a los países más pequeños”, según escribió en su libro, mientras sus asesores dicen que buscarán revivir la campaña anticorrupción que a partir de 2014 provocó varias sacudidas políticas en las Américas, pero que se estancó en los últimos años. ¿Una administración republicana o demócrata debería inquietarnos?

 

 

 

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