El debate presidencial nos pondrá en vitrina a los candidatos finalistas. Ha llegado el momento de dejar la tarima y los bailes de campaña, la telegenia, el tik-tok y los memes, a pesar de que mucho me temo que, al día siguiente, precisamente serán los memes el mensaje que quede en la retina del votante.
Es la hora de ordenar las ideas y centrarnos en las propuestas puras y duras, en los “cómos” y los “cuándos” que tanto reclamamos los ecuatorianos a los gobernantes de turno.
El debate electoral, de acuerdo con el retorcido y manoseado Código de la Democracia, existe y se organiza para contrastar los programas de gobierno y propuestas programáticas, sometiéndose al cuestionamiento de sus contendientes y moderadores con el fin de incentivar un voto informado y razonado en la ciudadanía. Por ello se transforma en un elemento crucial para decidir e inclinar la balanza a favor de tal o cual candidato, el ganador será quien sintonice y cuadre con las aspiraciones del caudaloso y expectante voto joven.
En este momento, el electorado está lleno de dudas, son tan variados como álgidos los temas que tienen que ver directamente con la economía familiar, el sistema monetario, la inseguridad, la delincuencia organizada, la crisis institucional o las políticas de estado básicas como la salud, educación, vivienda y empleo, el medio ambiente y la vialidad.
Desde esta columna reiteramos que es indispensable que la gente sepa con quién gobernará el señor Noboa, quiénes serán los asesores de la señora González, cuáles son los antecedentes de sus respectivos equipos de trabajo, porque para confiar lo natural es saber quiénes conforman sus círculos de confianza, no estamos para girar cheques en blanco.
La inconciencia política, amante de la retórica populista y de las caducas estrategias de confrontación personal, seguramente buscará en el debate la bronca y la camorra, otros estarán pendientes de las indirectas y la capacidad de respuesta e insulto, muchos buscarán justificaciones a las posiciones recalcitrantes sin mayor reflexión.
El Ecuador lo que realmente necesita es constatar la capacidad ejecutiva de análisis y toma de decisiones, es fundamental que veamos una reacción sensata e inteligente frente al fanatismo desbordado. La nueva política exige posiciones tolerantes al punto de vista contrario que, como es sabido, solamente es la vista desde un punto.
Esperamos que se discutan ideas, como hacen las grandes mentes o por lo menos que se hable de eventos y propuestas, como lo hacen las mentes promedio, que se proscriba el discurso de barricada y las frases hechas que se repiten mecánicamente, como acostumbran las mentes pequeñas.
Nunca el imaginario popular ha sido capaz de captar en su totalidad, ni todas las virtudes, ni todos los defectos de los presidentes, por ello los membretes que persiguen como la oscuridad al día, para bien o para mal, han sido el sello inconfundible de muchos mandatarios. Hay unos que han pasado a la historia como tiranos, corruptos, prepotentes y de ese andarivel no podrán salir hasta el fin de los tiempos, hay otros que han querido verse como símbolos de la democracia y la libertad, pero al final del día, no han pasado de ser intrascendentes huéspedes de Carondelet.
El debate, sin duda, despejará las incógnitas y confirmará las certezas, hasta que la voluntad popular ponga a cada quien en su sitio.
La noche del domingo esperamos dormir con la mirada al cielo y soñando en un país mejor, ojalá que al despertar el lunes no lo hagamos cayendo al vacío… en cualquier caso, lo peor que puede pasar es que nos hagamos los desentendidos, porque la desmovilización ciudadana exaspera, la cómoda y desquiciada lucha digital de sofá que protesta, insulta, sentencia y condena, pero no es capaz de dar un paso a favor o en contra, definitivamente confabula y abona la inacción política.