Nuevamente la derecha ha hecho gala de su pensamiento discriminatorio, esta vez en boca de una exconcejala socialcristiana, hoy alineada con el candidato banquero. Se trata de la misma práctica colonial de inferiorizar al Otro a través de caracterizaciones denigrantes.
Hace varios años, su coideario León Febres-Cordero nos llamó a los(as) cientistas sociales críticos, ‘sociólogos vagos’, recordándonos el mote de ‘indios vagos’ con el que sus antepasados se referían despectivamente a nuestros ancestros. Hoy, ella nos ha llamado a todos(as) quienes no formamos parte de su círculo exclusivo de empresarios(as) ricos(as), ‘muertos de hambre’.
‘Muertos de hambre’ tiene muchos significados, pero se lo enuncia siempre desde una posición jerárquica respecto de un Otro. En primer lugar, el ‘muerto de hambre’ es carente de recursos, es decir, materialmente pobre, pero dicho en un tono despreciativo por alguien que se siente superior también en lo material, como la exconcejala.
Pero, el término ‘muerto de hambre’ también asocia pobreza con deshonestidad. Según esta visión elitista, sería el pobre el que desearía ilegítimamente y ese deseo le llevaría a la corrupción. Así, los pobres serían naturalmente proclives al mal, por lo que deben ser excluidos de la política e impedidos de gobernar.
Solo a este tipo de pensamiento discriminatorio se le puede ocurrir visualizar al político-Otro como un ‘muerto de hambre’ que se ‘arregla la vida’ en su período presidencial.
Por ello también, y en un sarcasmo con nuestra reciente historia, serían los empresarios ricos los únicos ‘probos’, y, por ende, a quienes les correspondería por naturaleza y destino gobernar este país, según la exconcejala.
Además de clasista, esta frase discriminatoria es una forma encubierta de racismo si consideramos que esta ideología estableció, justamente, la superioridad de una raza para gobernar sobre una supuesta raza inferior. A tono con ello, aquí se fijan como superiores y destinados a mandar a los ‘empresarios probos’, que son blancos y burgueses, mientras que los ‘muertos de hambre’, los pobres, proletarios y clase media de piel oscura serían los inferiores y destinados a obedecer.
No creamos que esta expresión discriminatoria fue un acto fallido. Al contrario, desde que ella dijo: “Perdónenme, pero..”, ya sabía que iba a humillar, pero su prepotencia le reafirmó en lo que ha sido un comportamiento inveterado de su grupo social. De ahí que sus disculpas rayen en la hipocresía y solo obedezcan al cálculo político-electoral.
En todo caso, lo que sí parecería claro es que nos ven a los ‘muertos de hambre’ como una amenaza para su clase. El ‘terror’ que dijo tener es porque les hemos puesto su mundo oligárquico al revés y les hemos demostrado que podemos hacer las cosas mejor que ellos(as). Sobre todo, el gobierno de los ‘muertos de hambre’ ha gobernado para todos y todas, y no en función de quienes todavía se creen la casta escogida de este país. (O)