Albert Fukuyama, en 1990, argumentaba que tras el fin de la Guerra Fría la democracia liberal y la economía de mercado perdurarían en el tiempo. En 2002, el laureado nobel de Economía Joseph Stiglitz reflexiona sobre el malestar de la globalización en los países en vías de desarrollo a los que no llegaban sus beneficios y por el contrario seguían en la pobreza.
En el Ecuador a fines de los 90´s en medio de la más grande crisis financiera y económica de su historia, adoptábamos el dólar en un contexto de inestabilidad política que continuó hasta que el alto precio del petróleo incrementó los ingresos del Estado. Durante esos años surgen diversos movimientos políticos distintos a los partidos tradicionales ideológicos que capitalizan la voluntad popular apelando a la emotividad y descontento, captando un electorado desencantado con la “partidocracia”.
Durante varios años la sociedad fue polarizada en medio de un estado de propaganda donde no hubo espacio para el disenso ni tolerancia e incluso se llegó a la persecución política, una vez captadas todas las funciones del Estado por el poder de turno. El caudillismo, clientelismo y corrupción continuaron siendo los males de la república. Posteriormente, en 2023, el presidente Lasso, en medio de una crisis política, invocó la muerte cruzada y por tanto el adelanto de las elecciones de presidente y asambleístas que se llevarán a cabo este 20 de agosto con ocho binomios inscritos, ninguno militante de un partido tradicional ideológico, sino fruto de pactos de organizaciones políticas de alquiler realizados a último momento. En fin, sin una propuesta político-programática clara. La mayoría de los candidatos no se identifica ideológicamente con la izquierda o derecha y sus propuestas van enfocadas al votante medio que aspira mayores niveles de seguridad y empleo.
En estas elecciones además se consultará sobre la explotación del petróleo del bloque ITT, por lo que los candidatos deberían pronunciarse al respecto sobre esta propuesta ambientalista que tendrá importantes repercusiones en los ingresos del Estado de llegarse a aprobar. En un mundo plagado por la banalidad del TikTok, en un país con voto obligatorio donde la población joven por ser mayoritaria define las elecciones, será revelador constatar si las inquietudes y aspiraciones de la juventud son reflejadas en las propuestas presidenciales, si efectivamente asimilan un discurso light propuesto hasta el momento o si por el contrario disciernen sobre el modelo de desarrollo que propongan los binomios presidenciales.
Queda claro que el fin de la historia no borró las ideologías y sus múltiples matices y sigue vigente la necesidad de consolidar la democracia, los Derechos Humanos y el Estado de Derecho. Preguntémonos qué plantea nuestro candidato respecto al modelo de desarrollo (seguridad, salud, educación, empleo, lucha contra la corrupción, etc.) ¿Es consecuente su discurso con sus actos?, ¿Quién financia su campaña? ¿Cómo se gana la vida?