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El Telégrafo

De lo que será

11 de noviembre de 2011

El próximo año será políticamente interesante. Año de elecciones. Año de elecciones en un panorama que no se vivía hace mucho tiempo. Un marco en que los primeros síntomas de la institucionalidad comienzan a presentarse ante la inevitabilidad de ciertas reelecciones.

El presidente Correa, por más de sus dudas sobre su posible reelección, debe tener claro que es su imagen lo que mantiene el conglomerado de Alianza PAIS  fortalecido, y que necesitarán cuatro años más para generar un candidato vendible y un partido autosustentable. La oposición, fragmentada e incierta, no tiene el tiempo suficiente para respaldar a un candidato que pueda contender por un puesto en Carondelet. Desde su trinchera, sigue siendo mejor el malo conocido que el bueno por conocer. Cuatro años que servirán para que construyan… algo. Cualquier artilugio que se semeje a un aparato político concreto y efectivo.

No con esto quiero decir que no tiene mucho por hacer cada “posible” por concretarse. Y sus efectos se sienten en la Asamblea: gente en corredores, atrasados, ausentes, dudosos. Debatiendo: muy pocos. Nadie quiere entrar en la pelea por leyes “antipopulares” (léase impuestos) o leyes demasiado controversiales. Es decir, veremos un 2012 bastante timorato en papel, bastante agresivo en pantallas. Los asambleistas saldrán a pregonar las mil maravillas promulgadas desde la Asamblea, con furibundos discursos buscando la manera de retener sus curules para seguir levantando o no las manos por un período más. 

Mientras el oficialismo buscará refrescar y fortalecer sus filas (cambiando a los gastados y reforzando a los posicionados), la oposición buscará explotar el desgastamiento natural que ha sufrido Alianza PAIS. Ambos se manejarán con pinzas. Como en toda elección, en todo el mundo, todos sacarán sus mejores perfiles, intentarán esconder sus esqueletos, lucharán la guerra sucia y veremos quiénes salen victoriosos, quiénes golpeados, quiénes completamente destruidos.

El próximo año será uno de alianzas, de pactos, de convenios, de dejar el extremismo y buscar consensos. Es un año donde no se termina de gobernar y tampoco se termina de estar en campaña. Veremos más verde en las obras y más [inserte color aquí] en las ruedas de prensa y los plantones. Volverán los improvisados, los que han trabajado a conciencia en su perfil político, los que lo han hecho a conciencia por el país, los que han hecho ambas cosas y los que no han hecho ninguna. Y se encontrarán con la mayoría silenciosa, un poco más madura, un poco menos ingenua, bastante más crítica. ¿Podrán lidiar con ella?

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