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El Telégrafo

De la Carta de Jamaica a la Unasur

07 de octubre de 2011

El ordenamiento internacional es el resultado  de la interacción  social y política  de los Estados. Las naciones, como  los hombres y las mujeres, no pueden estar aisladas  y, por el contrario, requieren  una estructura sistemática  que les permita comunicarse y asociarse en bien de sus conciudadanos. La teoría de Hobbes  del ser humano antisocial no es válida  para las personas ni tampoco para los países.

Simón Bolívar, sin duda,  es el preclaro y definitivo  pionero americano  de la organización  internacional.

La Carta de Jamaica,  que pronto tendrá 200 años de escrita,  sustenta  sin ambages  la concepción bolivariana  de la unión de las tierras de América,  de aquellas que al independizarse de España deberían unirse “en una sola nación, con un solo vínculo que ligue sus partes  entre sí y con su todo”. En otras palabras, la creación de una institucionalización  de repúblicas  aunadas  en una sola alianza  y hermandad.

Los importantes y los mayores principios de la unificación continental vertidos  es esa misiva,  publicada  en el periódico Royal  Gazette,  en Kingston,  el  6 de septiembre  de 1815, con el epígrafe de “Respuesta de un americano meridional a un caballero inglés”,  tienen plena vigencia  ahora en la estructuración de Unasur, concertación nuestra, mestiza y coherente desde su génesis con esos preceptos de Bolívar y que desde ya se muestra como el organismo  internacional  ágil, renovador, dinámico, creativo, capaz de imponer la verdad  sobre América del Sur.

Con eficacia y eficiencia, sin sectarismos ni prepotencia y solo con la vocación latinoamericana, sin manualismos ni dogmatismo, Unasur ya no es una esperanza, es una realidad palpable que ha contribuido y lo sigue haciendo en la  estructuración de una organización de la patria grande, demoliendo el viejo orden semicolonial de la OEA.

Los más  importantes lazos configurativos de un proceso histórico pueden ser de naturaleza orgánica o crítica, los primeros  en su desarrollo tienen un ritmo uniforme, los últimos se caracterizan  por ser expresión  de  sacudimientos fundamentales con connotaciones casi telúricas.

La propia sociedad humana siempre requirió  cambios sustanciales  que solventen nuevos  pedestales  y ajustes  que resguarden  su seguridad,  equilibrio  y perspectiva de porvenir.

Estas situaciones circunstanciales no se sustentan en oscilaciones  perentorias  en las jornadas de los tiempos, son -a no dudarlo- el traslado fundamental  de las épocas históricas. Unasur es una expresión más que importante  de estas mutaciones y, por tanto, hay que cuidarla y engrandecerla.

Con el pensamiento del Libertador, esta entidad  de unidad sudamericana  está destinada  a transformar las relaciones de política exterior de nuestros pueblos  con el resto del mundo,  y pasar a ser  la “reina de las naciones y la madre de las repúblicas”.

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