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El Telégrafo

Cynthia, ¿la alcaldesa?

21 de marzo de 2012

Hacen llamadas a los guayaquileños. Preguntan su opinión sobre ella. El alcalde actual la lleva casi de la mano. Algunos medios se esfuerzan por sacar de ella su lado más amable. Y Cynthia se resiste, no por voluntad propia. Al contrario, si ella no lo dice, su mirada, sus gestos, su gimnasia física y hasta su oratoria la delatan.

La culpa, si nos ponemos culposos y moralistas (como a ella le gusta), es que queriendo ser joven, renovadora, carga con todas las taras de lo viejuco, conservador y muy “retro-socialcristianas”.

No es precisamente la mujer que expresa lo femenino en toda su extensión. Más bien luce como un macho de pelo rubio, largo, recogido, de pantalones estrechos.

Es la misma que reta a puñetes a la asambleísta Paola Pabón y de cuya escena los medios se hicieron literalmente los locos. Si hubiese sido Pabón, hablaríamos de otra cosa. Su feminidad, innegable, no es para la política, ahí debe ser “bien macha”, como su creador, el actual alcalde.

¿Y es ella la heredera del burgomaestre? ¿Tiene la pasta, la pinta y la talla para ocupar el sillón de Olmedo? ¿Hay en su pensamiento y perfil la guayaquileñidad que demandan aquellos guayaquileños que ahora tienen menos de 40 años e imaginan otra ciudad? ¿Será suficiente repetir el dedazo del PRI en Guayaquil para que la herencia sea incuestionable? ¿Qué dirán los otros socialcristianos que también desean una parte de la herencia?

Sobre ella pesan, me dicen unos “marketeros” políticos, dos imágenes difíciles de borrar: tomar el juramento a Alfredo Palacio y estar casi de guardaespaldas del actual alcalde cuando se subió a una camioneta en donde se colocó el monolito para LFC en el Malecón. ¿Por qué? “Así jamás se construye una identidad política”, me dice un dilecto amigo “marketero”.

Y una buena amiga socialcristiana me contradice: “Ella llegará porque Jaime lo ha querido”. Pero insiste: “Empezó bien, con una buena imagen, fresca, amable, de sonrisa abierta y espontánea. Ahora se arruga, amarga, irrita y poco a poco su imagen se hace más socialcristiana que nunca, en el peor sentido de la palabra”.

Y en todos los consultados, incluidos sus admiradores, hay una coincidencia: no hay por ahora una figura que le haga calor, dentro y fuera del socialcristianismo. Pero alguien lanza la réplica: el prefecto es su peor pesadilla.

¿Y sobre ese terreno, qué hace, qué prepara, cómo imagina y construye una candidatura el Movimiento PAIS? ¿Le dejará el camino abierto para que la heredad de LFC se extienda una década más de las dos que ya lleva en Guayaquil?

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