Hoy es día de ejercicios mentales para prevenir el trastorno de “es malo en él, no importa en mí”. Vamos a empezar por tomar la misma toalla con la que se acaba de secar tras salir de la ducha y, en movimientos circulares, arrancar el vapor de su opacado espejo de baño.
Ahora haga este ejercicio cada vez que el curuchupa digital que lleva adentro quiera salírsele por los poros, como el proceso glandular de no ver su propio reflejo en las manifestaciones públicas ajenas. ¿Alguna vez ha hecho un chiste que incluya “negros”? A ver, mírese al espejo. Sea sincero. ¿Sí? ¿Entonces por qué, cual vieja señorial, se tapa la boca mientras inhala un bramido de indignación cuando una celebridad lo hace?
Despojémonos del vaho de decencia y digámonos la verdad. ¿Es usted de los que insulta al que le cruza el auto gritándole “indio”? ¿“Longo” es su muletilla ineludible para referirse a ese longo que corteja a la doncella de su hermana? ¿Después de comer dice: “Indio comido, indio ido” para hacerse el lord simpaticón? ¿Entonces por qué se alarma, cual princesa en palacio de verano, cuando dos periodistas son su propio reflejo en el espejo?
Ahora vamos con usted, Adonis, Don Juan de Turubamba. ¿Alguna vez, al ver pasar una gordita, dijo: “¿Alguien se comió las loncheritas de sus compañeritas?”. ¿Es de los que si ve a algún “camarón” conduciendo dice: “Seguro es mujer?”. Sí, ¿verdad? Entonces, ¿por qué, cual monja en retiro espiritual, convulsiona cuando a una vicepresidenta la retratan como Miss Piggy?
¿Se acuerda cuando en el colegio preguntaban: “Por qué el niño se cayó del columpio?”, y respondían: “Porque no tiene brazos”? ¿Se acuerda cuando con sus amigotes se burlaba de las discapacidades físicas ajenas?
Eso no quiere decir que todo eso esté bien. Y me dirán: “Es que lo hacemos en la intimidad, no en público”. Es que..., es que..., es que... Vamos, sincérense, mis queridos curuchupas digitales, que hasta para fingir un desmayo, cual personaje de Shakespeare, hay que desempañar el espejo.
No pido que dejen de criticar, pido que se vean al espejo y vean lo feos que son. No imploro mesura, sino cordura. No suplico decencia, sino coherencia. Tengan, les regalo mi toalla y mi espejo. (O)