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El Telégrafo
Eve Crowley

Cultivemos un futuro equitativo

22 de septiembre de 2023

La importancia de reducir la desigualdad de género en las comunidades rurales no debe subestimarse, es urgente emprender acciones que nos acerquen a mejores condiciones de vida en el campo. Cuando las mujeres y los hombres se unen para enfrentar los desafíos económicos y sociales que limitan la capacidad de prosperar de las mujeres rurales, las comunidades se empoderan y generan mejores oportunidades, para el desarrollo personal, la inclusión económica, la participación y representación; claves para el desarrollo sostenible.

Uno de los 4 objetivos de la política de igualdad de género de la FAO reconoce la importancia de que mujeres y hombres gocen de representación y de poder de decisión equitativa en las instituciones y organizaciones rurales. Es por esto que, desde hace más de una década, la FAO ha promovido el enfoque participativo comunitario de los Clubes Dimitra en varios países de África, Asia, América Latina y El Caribe y pronto en el Cercano Oriente.

El enfoque de los Clubes Dimitra promueve la acción colectiva de las comunidades rurales con un fuerte énfasis en impulsar las capacidades de liderazgo y de organización de las mujeres y jóvenes rurales. En este sentido, tanto los hombres como las mujeres se convierten en agentes de cambio para mejorar la calidad de vida de sus poblaciones en temas relacionados a la igualdad de género, agricultura y gestión sostenible de los recursos, seguridad alimentaria, mejora de la nutrición, justicia social, derechos humanos, entre otros.

En Ecuado, los Clubes Dimitra han sido implementados por primera vez y en tan solo un año, la metodología ha beneficiado a más de 2000 mujeres, jóvenes y hombres rurales en 20 comunidades de Manabí. En el país, los resultados son más que alentadores. Los Clubes, con sus propios talentos y capacidades, han emprendido acciones que impactan en su desarrollo económico y la gestión sostenible de los ecosistemas, tales como reforestación, transformación de productos agrícolas, soberanía alimentaria y desarrollo del turismo local para generar ingresos más diversificados. Al mismo tiempo, las comunidades resaltan cambios de comportamientos y actitudes en términos de roles más equitativos entre hombres y mujeres, así como una mayor participación de las mujeres en los procesos de toma de decisión y una cohesión social en el día a día de la ruralidad.

Hoy más que nunca, reducir las brechas para la igualdad de género debe ser una prioridad para todos los actores de la sociedad. En las poblaciones rurales, la brecha de género no solo es una preocupación de bienestar social, sino también un categórico económico y de sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios.

Los esfuerzos deben continuar de manera coordinada para que las próximas generaciones reciban un mundo mejor, donde puedan crecer sin prejuicios ni barreras por su condición socioeconómica o género.  ¡La tarea es de todas y todos!

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