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El Telégrafo

Cuba y la VI Cumbre de las Américas

25 de febrero de 2012

Cuando se expulsó a Cuba de la OEA, en una resolución que hoy avergüenza a los países latinoamericanos, tenía plena vigencia la “guerra fría”, ante el supuesto avance del comunismo frente a la denominada “democracia occidental y cristiana”.

Una histeria bien dirigida por agentes de la CIA como lo denunció Philip Agee, contribuyó a desestabilizar gobiernos democráticos como el de Ecuador, sustituido por una dictadura militar reaccionaria y represiva que apresó a cientos de personas, desterró a muchos y, en connivencia con similares de la región, propició el aislamiento de Cuba con la honrosa excepción de México.

Cincuenta años después el escenario es absolutamente distinto, no solo porque desapareció el llamado “socialismo real”, sino porque desde el amanecer del siglo XXI vivimos un cambio de época que se manifiesta en que la mayoría de los gobiernos de “nuestra América” son democráticos y progresistas.

Por otra parte, a pesar de las agresiones, Cuba nunca estuvo sola, pues los pueblos trataron de acercarse a la isla y su proceso, de una u otra forma.

Poco a poco los gobiernos reiniciaron sus relaciones diplomáticas y se multiplicaron los contactos a través de embajadas culturales, científicas, deportivas.

La solidaridad cubana se puso de manifiesto en muchas ocasiones y hoy existe un entramado regional  que partiendo de raíces históricas es cada vez más fuerte y denso.

La convocatoria a la VI Cumbre de las Américas, a cumplirse en abril en Cartagena, Colombia, ha provocado el reclamo de los países de la ALBA que  a través del presidente Correa han reiterado su oposición a que la reunión se realice sin la presencia cubana.

La anfitriona, Colombia, realiza consultas que coinciden con ese planteamiento. Por su parte, Cuba ha señalado que asistirá, si se la invita, desde una posición respetuosa y de principios, propia de su política exterior.

En Estados Unidos, voceros gubernamentales han manifestado su rechazo a la presencia de la isla en una triste remembranza de posiciones y lenguajes propios de épocas superadas. ¿Por qué Estados Unidos puede comerciar y relacionarse sin problemas con China y Vietnam y no puede hacerlo con Cuba? ¿Es tan fuerte el poder del “lobby” anticubano que prohíja al criminal Posada Carriles?

El Gobierno norteamericano debe comprender que América Latina cambió y que, si quiere volver a ser “buen vecino”, debe respetar su soberanía  y aceptar la adultez de nuestros pueblos, que solo buscan vivir en paz y armonía.

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