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El Telégrafo
Melania Mora Witt

Cuba: La misma bandera

25 de julio de 2015

El 26 de julio se cumplirán 56 años de la gesta del Moncada. Mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces y mucha sangre también.  La mayor parte de sus protagonistas murió en ese y otros combates que, por causas similares,  ha librado Cuba  en variados puntos de la geografía. Como un símbolo heroico, aún están dos de sus figuras máximas: Fidel y Raúl. Y con ellos, siempre, el pueblo cubano, gestor de la victoria de 1959 y de la resistencia frente a todos los obstáculos que para su marcha independiente y soberana se presentaron.

Cuba arriba a este nuevo aniversario con la novedad de la apertura de relaciones con los Estados Unidos. En ceremonia llevada a cabo en Washington, el canciller Bruno Rodríguez izó la misma bandera que fuera arriada cuando se produjo la ruptura con el país del norte,  por  decisión del gobierno imperial de turno, que no podía tolerar –sobre todo por el ejemplo-  que en su vecindad  surgiera un régimen que diera prioridad a los intereses populares y nacionales y que, sin temor, asumiera el destino que avizoró Martí al plantear el programa a cumplirse después de lograr la independencia.

Con el pleno reconocimiento del gobierno norteamericano respecto al  fracaso de su política de aislamiento a Cuba,  se han dado -desde diciembre del año pasado- importantes acontecimientos, el primero la liberación de los tres héroes que aún guardaban injusta prisión en las cárceles gringas. Hoy los famosos ‘5’, que retornaron a su patria como lo ofreció Fidel, son el vivo testimonio de que las nuevas generaciones valoran y son consecuentes con el  legado que, a costa de tanta sangre y sacrificio, recibieron de los héroes del Moncada. Ellos demostraron al mundo que existen seres capaces de entregar hasta su vida en  defensa de su país y de su pueblo. Frente a los temores por los cambios que pueden darse ante la ‘invasión norteamericana’ que trae la reapertura, el ejemplo de  los ‘5’  es  garantía de  continuidad en los principios con los  que triunfó la Revolución.

La apertura de relaciones es apenas el inicio de lo que será un largo proceso de normalización de los nexos entre los dos países.  Deben cumplirse cuestiones fundamentales: el levantamiento del bloqueo impuesto por Washington, que ha significado pérdidas incalculables para la economía cubana. Algún momento tendrán que efectuarse las compensaciones que EE.UU. reclama por las propiedades incautadas, contra las ocasionadas por el larguísimo asedio sufrido incluso por quienes buscaban negociar con la Isla. Se ha logrado la eliminación de Cuba del listado de países auspiciadores del terrorismo, lista en la cual no hubo razón de que figure.

Y queda Guantánamo,  que más temprano que tarde volverá a ser parte integrante e inalienable del territorio cubano.  El  pueblo isleño  es paciente y persistente en los objetivos que se propone, así pasó  con la liberación de los héroes y en otros casos. Cuando ello suceda, sobre la extensión liberada flotará gallarda la misma bandera que guió a sus hijos desde Martí hasta Fidel. (O)

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