Ha concluido en La Habana la segunda cumbre de primeros mandatarios y ministros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, que se llevó a cabo el 28 y 29 de enero y donde se discutió una agenda de singular importancia, cuya temática se sustentó bajo dos preceptos fundamentales: la lucha contra el hambre, la pobreza y las desigualdades sociales y económicas, y la declaratoria que considerara a la región como un territorio supranacional de paz, complementando así -definitivamente- los acuerdos de desnuclearización del continente establecidos en 1969.
Previamente, el anterior viernes 24, uno de los mecanismos innovadores de la organización, la Troika Ampliada, integrada esta vez por Chile, Cuba, Costa Rica, y San Vicente y las Granadinas, fue convocada, precediendo a la congregación de especialistas de alta calificación, que en los subsiguientes días 25 y 26 produjeron los documentos que se analizaron en la Cumbre y fueron insumos valiosos para la declaración final.
La cita de cancilleres del 27 de enero solventó el preámbulo del encuentro de presidentes y dirigentes de la Celac, realizado en el recinto expositivo de Pabexpo que generó el plan de acción 2014, que tendrá enorme trascendencia en estos próximos meses para todos los Estados miembros, cuyas consideraciones más importantes establecidas en 26 documentos y que en la declaración propuesta y aprobada se circunscriben a 80 puntos, entre los que podríamos mencionar los más sustanciales: 1. La proclamación de Latinoamérica y el Caribe como zona de paz. 2. La búsqueda de soluciones a los gravísimos problemas sociales y económicas de los pueblos. 3. La creación del foro Celac-China. 4. La desocupación de los enclaves coloniales de Malvinas, Guantánamo y Puerto Rico. 5. El rechazo al bloqueo a Cuba por parte del Gobierno norteamericano, que tiene ya 50 años. 6. La ratificación de los principios de autodeterminación y soberanía para todas las naciones. 7. La defensa del medio ambiente y la demanda de remediaciones que eviten el cambio climático. 8. La integración de las repúblicas de América y el Caribe como la única solución para enfrentar el orden mundial de potencias hegemónicas y transnacionales, marcadamente injusto e inmoral.
La declaración de La Habana de esta histórica reunión mostró el fortalecimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, cuyos 33 miembros, a pesar de hablar varias lenguas y provenir de diferentes realidades ideológicas y políticas, en sus mentes estaba presente el pensamiento y la acción de los libertadores de antaño y de ahora, inmersos ya no solamente en aquel mundo de ideales y sueños. Hoy, más bien convirtiendo en realidades venturosas de libertad, progreso y justicia para las masas populares esos fines eternos.