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El Telégrafo
Rosalía Arteaga Serrano

Con cuidado y a distancia

02 de junio de 2020

La decisión de buena parte de las ciudades del país, de empezar a salir del período de cuarentena o aislamiento en el que hemos estado desde mediados de marzo, va a poner a prueba la capacidad de los ecuatorianos de cuidarnos a nosotros mismos y de hacerlo también con nuestro entorno.

La posibilidad de salir de nuestros domicilios y de tratar de ingresar en una especie de “normalidad”, se vuelve imperiosa si es que queremos reactivar el aparato económico del país, que ya no resiste más esa parálisis que se suma a la ya catastrófica situación de las cuentas públicas.

La esperanza radica en la capacidad del sector privado de reactivarse, así como en la del sector público de ingresar en una etapa de austeridad total, no de palabra sino de obra.

Claro que esa salida al trabajo, a realizar las actividades cuotidianas, debe ser con los cuidados necesarios que entrañan reglas simples pero que tienen que cumplirse a rajatabla.

Una de ellas es el distanciamiento físico, una distancia que nos obliga a mantenernos por lo menos a metro y medio de los otros; el uso de mascarillas que aparece como una precaución que debemos tomar en cuenta y por último, pero lo más importante, el lavado cuidadoso de las manos, ya que el jabón aparece como el enemigo número uno del coronavirus.

La austeridad tiene que ser invocada una y otra vez, tanto en lo personal como en lo público, evitando los gastos innecesarios, las contrataciones no indispensables; aprender, por lo tanto, a llevar una especie de economía de guerra, porque lo que nos pasa en el Ecuador, es peor que una guerra o que cualquier otra situación que hayamos vivido.

Coronavirus y economías frágiles son la peor combinación posible y eso es lo que tenemos en algunos países suramericanos y específicamente en el Ecuador. Estos ingredientes sumados a la corrupción desatada que no deja intocados ni a los hospitales y a las compras en el área de la salud, transforman en totalmente explosiva la realidad nacional. (O)

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