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El Telégrafo

¿Cuántos 30-S?

03 de octubre de 2011

Con dolor, frustración, indignación, junto a los ecuatorianos y muchísimos pueblos del mundo habrá que preguntarse ¿cuántos días tristes, sombríos, sangrientos y de sacrificio, como el 30-S, habrá que pasar para que un país como el nuestro conquiste el derecho a la esperanza plena? No día “negro”, por favor, ¡racistas! Los días “blancos” son los que pasaron los bombardeados por los gringos de la OTAN.

Días como ese 30 acecharán para ensangrentar la historia mientras haya fascistas, pinochetistas, que en países como el nuestro marchan en contravía, pues nacieron en un día y en un mundo equivocado, que se amamantaron de odio y cobardía  para actuar de la forma en que lo hicieron hace un año. Cobardía que les impide asumir la paternidad de sus instigaciones para evitar que se lleven adelante los cambios sociales que impulsa la Revolución Ciudadana en busca de equidad y justicia.

Instigación utilizando una prensa politizada, parcializada, defendiendo privilegios que se debilitan y se esfuman por la acción firme, sin amilanarse ante la calumnia y difamación cotidiana.

Como en todo golpe de estado fallido, los delincuentes responsables del aborto y del fracaso se apresuran a negar padre y madre, a buscar chivos expiatorios y con audacia indigna preguntan “¿quién ordenó disparar?” a los que tuvieron que hacerlo en defensa propia de sus vidas, cuando los asesinados son de las filas que protegían a Correa o en las calles defendían la constitucionalidad del proceso.

Los golpistas aprovechaban la posibilidad de desinformar a una policía con algunos cuadros corruptos que sentían perder privilegios, azuzados por el gutierrismo amargado, la derecha cavernaria y la falsa izquierda arrimada tradicionalmente.

Los ideólogos de la oposición no ocultan su rabia por el fracaso de sus batallas, una tras otra, y entran en desesperación al perder argumentos para querer evadir sus responsabilidades en los criminales acontecimientos del 30-S, que son inocultables y que la justicia, más temprano que tarde, deberá sancionar.

Cobijados por la impunidad, garantizada por el estado de opinión periodística, las cosas deberán cambiar cuando empiece a regir el verdadero estado de derecho, cuando a la justicia no le tiemblen las canillas a la hora de aplicar sanciones a los autores, cómplices y encubridores de los delitos que se cometieron ese día “blanco”.

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