Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen les pierden el respeto, dice la abuela de la casa. Y es que la sentencia popular nos cae como anillo al dedo frente al acto bochornoso de un asambleísta que hizo un evento musical de tecno cumbia en uno de sus salones de la asamblea nacional convirtiéndose en tendencia en redes sociales y afeó una vez más la imagen de esta función del Estado que sea de paso decir, tiene mal predicamento y poca aceptación popular.
Los que estamos afuera tenemos vergüenza ajena porque no es aceptable que el recinto en donde se fiscaliza y se generan leyes, sea escenario de actos como el narrado. Y todo se torna aún más inentendible cuando sabemos que en enero del 2013 se creó la Escuela Legislativa de la Asamblea Nacional, por lo que esos actos y otros como el “camisetazo” no podrían darse, lo que nos lleva a pensar que no está funcionando, y lo único cierto es que esta Asamblea como las anteriores no han parido buenos hijos, y mientras el pueblo ecuatoriano siga pagando las candidaturas, los “padres de la patria” serán los mismos.
El exabrupto del asambleísta no tiene justificación. Hoy está en el debate nacional la propuesta de reforma parcial a la Constitución en lo atinente a la supresión del fondo partidario permanente y el fondo de promoción electoral, que es buen traída y de alguna manera golpearía a quienes creen que la política es un negocio, a lo que se suma la discusión del perfil que debe tener el asambleísta, frente a tanto desengaño.
En el debate nacional se dice que quien opte por un curul en la Asamblea debe ser un profesional, es decir un titulado, en virtud del desencanto que período tras período nos producen los “padres de la patria”. Pensando en voz alta decimos que ser profesional es un tanto más fácil que ser ciudadano en los términos de la Constitución de la República. Y claro lo primero que nos viene a la mente para mejorar el nivel legislativo, es pensar en el título profesional, creyendo que ahí está la solución, cuando nos olvidamos del texto constitucional; ya que de acuerdo al Art. 83 de la Constitución de la República, los ecuatorianos tenemos 17 deberes y responsabilidades que cumplir en donde estemos, como ciudadanos de a pie o funcionarios públicos. Ergo, la ética se antepone al tìtulo. Para ser asambleísta se necesita ser ciudadano ante todo. Y en cuanto al asambleísta tecno cumbiero, quien prenda lumbre, tiene que saber cómo apagarla. Y es que Dios da barba al que no tiene quijada, sonríe la abuela de la casa.