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El Telégrafo

¿Cuál Navidad?

07 de diciembre de 2011

Navidad: ¿qué mensaje de esperanza quiere aportarnos el nacimiento de un niño pobre en medio de gente pobre? Pues, en este momento, la Navidad es el gran tema que nos atañe a todas y todos. La cuestión es saber de cuál Navidad se trata.

Lo principal que salta a la vista es el gran negocio de la Navidad que va a mover millones de dólares por los gastos que se harán en los hogares. Los países del Norte, supuestamente modelos de vida y de felicidad, están pasando por su peor crisis, que no logran solucionar  hace ya tres  años y de la cual no se ve la salida a corto plazo. Desde 70 años han apostado por la acumulación ilimitada del dinero en pocas manos para, dicen, resolver sus problemas y todos los problemas del planeta. En todos estos países los jóvenes, indignados por la codicia de unos pocos, protestan desde hace meses. Caen los gobiernos agobiados por deudas que no pueden pagar. El FMI (Fondo Monetario Internacional) dicta los caminos a seguir como lo hemos conocido aquí en América Latina.

Mientras tanto, los países árabes buscan salir de las dictaduras que se les ha impuesto desde hace décadas. En América Latina, 33 países acaban se unirse en una Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) para zafarse de la dominación secular de Europa, Estados Unidos y Canadá, y encontrar un camino más equitativo y conforme a nuestras culturas. Al nivel mundial, los países pobres pugnan en una nueva reunión internacional sobre el cambio climático para que se respete la naturaleza, se cambie el modelo económico vigente y nos orientemos hacia una sociedad del “Buen Vivir”.

En ese marco lleno de contradicciones se nos viene la Navidad. ¿Cuál es nuestra preocupación? ¿Vamos a atolondrarnos por la fiebre de comprar regalos y más regalos que nos hacen olvidar el verdadero sentido de la Navidad? Este niño que nace pobre entre gentes pobres nos repite a saciedad que Dios viene desde los pobres y desde la pobreza para constituirnos en pueblos fraternos, iguales y creyentes. “¡Qué locura!” diría san Pablo. Pues los regalos, los grandes árboles de Navidad con sus luces que nos ciegan, los papanoeles y las quemas de los viejos nos llevan hacia opciones más materialistas que nos llevan a callejones sin salida. ¿Sabremos hacer una pausa delante de ese niño que quiere nacer nuevamente? Pero, ¿encontrará sencillez, dignidad, compartir, fraternidad, para poder encontrar posada entre nosotros y alentar esperanzas y compromisos hacia una vida nueva y una nueva sociedad?

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