Lo que se ha dado en Ucrania es el levantamiento popular contra un régimen mafioso, producto de la degeneración capitalista del sistema soviético. En la URSS se generó una nueva clase cuya característica principal era la amalgama entre la delincuencia común, el crimen organizado y los jerarcas más altos del Estado; de ella proviene la oligarquía criminal que actualmente gobierna Ucrania. En cambio, sus capitales son de EE.UU., Israel y la UE, que sacan suculenta tajada de las oportunidades que allí les ofrecen. Las propiedades de los mafiosos, además de estar manchadas de sangre, son el patrimonio del pueblo que las produjo con mucho sudor y esfuerzo.
La oligarquía ucraniana, por si las moscas, ha puesto todo su capital a buen recaudo, esto es, en Occidente, y solo usa a su país para obtener ganancias extras que de inmediato lleva al extranjero. Esto explica una buena parte del contubernio entre Occidente y el régimen de Ucrania. Por algo se dice que el dinero no apesta.
Poroshenko, que se encuentra más que amarrado a estas mafias, no ha hecho más que echar leña al fuego al decir que no acepta la federación del país, lo que pudo resolver el problema; que solo va a dialogar con quienes se rindan -o sea con nadie- y su sueño de perros de que Crimea fue, es y será parte de Ucrania. Su gobierno, una mezcolanza de oligarquías ucranianas y judías que financian a movimientos fascistas, será sustentado por la OTAN que usará al que pueda como carne de cañón en un conflicto que será largo y sangriento, lastimosamente.
Como una guerrilla es móvil y no tiene asentamientos visibles, los que han desgobernado y van a desgobernar Kiev disparan apuntando con el ojo tuerto y sus proyectiles matan principalmente a niños, mujeres, ancianos y pacientes de hospitales. Tan sospechoso proceder hace pensar que es muy probable que sí disparan apuntando con el ojo bueno y que lo que buscan es asustar a la población civil para que no apoye el levantamiento armado, también para advertir al resto del país de lo que le va a pasar si se le ocurriese apoyar a la guerrilla.
El levantamiento iniciado por los ucranianos que Occidente llama prorrusos, representa el sentir mayoritario de toda una nación indignada, que poco a poco se irá sumando al movimiento guerrillero que así se tornará invencible, más que nada porque la oligarquía gobernante solo ofrece lágrimas a cambio de que ellos puedan seguir enriqueciéndose a costa del sudor ajeno.
La victoria la veremos en un futuro no tan lejano y, no hay por qué dudarlo, pertenecerá al pueblo de Ucrania.