Publicidad

Ecuador, 23 de Noviembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Oliver Sallet

Los silenciados críticos de Trump

12 de septiembre de 2019

Es una partida memorable del asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, tras un año y medio en el cargo. Se caracterizó por su política exterior de línea dura que abiertamente exigió ataques militares y se pronunció contra cualquier forma de diplomacia con adversarios políticos.

John Bolton fue uno de los que se enfrentó al presidente Trump. Con él, otra voz crítica en el entorno de Trump es silenciada y probablemente será reemplazada por un simpatizante del mandatario.

Por ejemplo, el ministro de Justicia, Jeff Sessions, se negó a despedir al investigador especial Robert Mueller y se declaró parcial en las investigaciones rusas. Fue presionado para retirarse y lo reemplazó el mucho más grato William Barr, cuya aventurada interpretación del informe de Mueller horrorizó a los demócratas. Otro caso fue la dimisión del secretario de Defensa Jim Mattis, que tiró la toalla cuando Trump anunció la retirada de las tropas estadounidenses de Siria.

Como uno de los arquitectos de la guerra de Irak con George Bush, a John Bolton se le puede acusar de desestabilizar el Medio Oriente a largo plazo con su postura. Más recientemente, exigió un ataque militar contra Irán. Aunque es un detractor del multilateralismo, con sus continuas provocaciones arruinó una de las promesas electorales centrales de Donald Trump de mantener a Estados Unidos fuera de las crisis y los conflictos internacionales.

Bolton también fue un fuerte crítico de los desafortunados intentos de negociación de Trump. Las infructuosas reuniones de Trump con Kim Jong-un, por ejemplo, fueron un éxito de relaciones públicas para el dictador norcoreano. Y los talibanes se habrían alegrado de recibir una invitación a Camp David, lo que los habría puesto a nivel con los jefes de Estado y de gobierno internacionales.

John Bolton no era partidario de usar la diplomacia con adversarios políticos, especialmente con talibanes islámicos radicales. Su salida puede ser buena para la diplomacia de Estados Unidos, y una esperanza para el estancado conflicto con Irán. Pero también muestra cómo Trump trata a los críticos que se interponen en su camino. (O)

* Tomado de DW

Contenido externo patrocinado