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El Telégrafo
Bernardo Sandoval Córdova

Criticar, deporte nacional

26 de septiembre de 2021

El llegar al poder, ganando elecciones, es la forma correcta de procurar gobernar en un sistema democrático. Ello implica que el gobernante tiene un período definido para poner en práctica su pensamiento, su visión y para definir cómo conducir su gobierno.  Quien ha ganado las elecciones tiene el derecho de ejecutar sus políticas pues para ello ha sido elegido y ha contado con el aval del pueblo.  Si acaso los resultados de la gestión de gobierno no fuesen exitosos, la democracia inteligente, razonable y estable, permitirá el relevo del gobernante a través del voto popular.

El proyecto del Presidente Lasso, que abarca temas laborales, tributarios, de desarrollo, sociales y de otra índole, es la impronta de su gobierno y que, contrariamente a lo que se suponía, en vez de mostrar una absoluta postura de derecha, más bien ha mostrado una posición ecléctica, con rasgos de una orientación social.  Más aún, es encomiable que se haya construido un plan tan amplio, que cubra tantos aspectos fundamentales de la vida del Estado y que se lo haya presentado en un solo documento, revelando que ha habido mucho trabajo y meditación en su construcción. Ciertamente no ha habido improvisación.

Frente a las propuestas surgen automáticamente las críticas.  Por un lado, la oposición sistemática y previsible del correísmo inicia por descalificar al proyecto argumentando su inconstitucionalidad por tratar múltiples temas y no solamente uno. Fastidiosa posición la del correísmo a la que hay que contrarrestar indicando que se trata de un solo tema: el desarrollo nacional. 

Por otro lado, la manida retórica del sindicalismo que recurre al argumento de la supuesta precarización laboral: que habrá trabajadores de primera y de segunda clase. ¿Es que acaso no se han dado cuenta que la verdadera precariedad laboral es no tener trabajo?  Hay leyes que en el Ecuador requieren una transformación por anacrónicas y dislocadas de la realidad, como el Código del Trabajo y la propia Constitución de Montecristi.

También, la oposición de resentidos que tuvieron la oportunidad de ser gobernantes, como el abogado Nebot que, por una parte, rehuyó la posibilidad de perder una tercera elección presidencial y, por otra, rehuyó la certeza de tener que enfrentar la protesta social que se venía venir en contra de quienquiera que triunfe en las elecciones presidenciales. Nebot, el cuestionador de más impuestos, evidencia su naturaleza de defensa a sus intereses y los de su grupo. 

Dificilísimo gobernar este país que ha sido descomunalmente expoliado desde 2007 y que enfrenta una crisis sin precedentes.  Todos piden, todos exigen, todos protestan, todos critican y nadie ofrece alternativas inteligentes y factibles.  Era de prever que Lasso enfrentaría una oposición feroz que ya empieza a consolidarse.  Todos los que protestan tendrán su oportunidad en las urnas, tengan paciencia.

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