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El Telégrafo

Cristina y Petro

26 de octubre de 2011

La izquierda de América Latina está en auge y no desmaya, podría titular cualquier medio de comunicación y diría toda la verdad, sin ningún recelo y menos sin prejuicio. Sin embargo, eso no ocurre. Al contrario, esa realidad desaparece por un excedido afán de hacer oposición, como dice Ramonet, desde latifundios mediáticos y ante la inoperancia de una oposición partidista de derecha o populista.

En esta semana vivimos la reelección histórica de Cristina Fernández, en Argentina, y seguramente el triunfo de Gustavo Petro como alcalde de Bogotá, según señalan las encuestas. ¿Y eso no es un dato por demás decidor y relevante de lo que ocurre en nuestra región? Las dos figuras sintonizan con la gente, cada uno a su modo. Y la gente ha respondido, a pesar de toda la campaña mediática desatada en su contra.

A la primera se la juzga mediáticamente porque promovió una ley de medios. Al segundo porque no cuadra con cierta aristocracia política y tampoco ha recibido la venia de algunos medios, sin descontar que, por haber sido guerrillero del M-19, ya está estigmatizado, como ocurre también por nuestras tierras, como si para esos oponentes y medios existiese cadena perpetua y por levantarse en armas debería estar condenado de por vida.

A diferencia de los análisis, la izquierda se afirma y triunfa. Esas reflexiones parten del prejuicio que impide toda iluminación: confundir los deseos con la realidad, las aspiraciones políticas con las cifras de la economía y las expectativas de la gente. Pero lo más significativo, en particular en Argentina, es que la mayor derrota electoral la sufren dos grandes diarios: Clarín y La Nación. Por lo menos, así se siente el triunfo de Cristina Fernández. ¿Por qué? Quizá por ser la mayor oposición desde una condición que para la gente resulta mucho más que sospechosa, posiblemente abusiva. Usar la pantalla, las portadas y los editoriales para hacer oposición, desde una supuesta independencia y pureza política,  tiene graves consecuencias. Olvidan esos medios, como los colombianos con Petro, que ahora hay diversidad de fuentes de información y las redes sociales hacen un trabajo potente a favor del debate horizontal y directo.

Si alguna lección histórica se cuaja es que ni la derecha puede usar a los medios ni estos pueden hacer política. Los roles están claros. Y también es cierto: la izquierda ha demostrado que puede gobernar sin caer en dogmas, fundamentalismos, purismos y teorías que no tienen efecto en el bienestar de la gente. Así de simple y complejo.

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